La plantilla casi al completo de la empresa alayorense, que este año ha cumplido su treinta y cinco aniversario. | Javier Coll

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Quizás de forma providencial a modo de celebración para 2015 y convirtiendo una amenaza en una oportunidad, la empresa Maruja, dedicada a la elaboración artesana de bollería y panadería en Alaior, pasará a denominarse Ca na Maru por cuestiones de propiedad intelectual. El cambio supone un claro homenaje a su fundadora y alma máter, que supo transformar un pequeño horno familiar en una próspera empresa que produce más de 200 especialidades distintas, da trabajo a cuarenta y cinco personas, tiene once tiendas propias y factura más de 1,5 MM.

ORÍGENES. A sus nueve años, Maruja Florit ya despachaba en una pequeña tienda de comestibles de su familia. Cuando cumplió los 20, heredó el negocio y decidió ofrecer bollería tradicional menorquina que le cocían en un horno de leña de Alaior. Viendo que gustaban y cada día vendía más, decidió ampliar la producción con repostería y surtidos típicos del recetario popular. En 1980 se trasladó a un local más grande, con dos personas que la ayudaban y su marido, que aprovechaba su trabajo para hacer de comercial y repartir las pastas en otras tiendas.

“El negocio fue creciendo sin darme cuenta. Se incorporó un panadero que todavía está en la empresa y posteriormente un pastelero. Distribuíamos en Alaior y Maó”, explica su fundadora, retirada del negocio desde hace tres años. La bollería y panadería de Maruja iba ganando fama entre los clientes y, sin darse cuenta, empezaban a dar a conocer la marca sin tiempo para registrarla. La sociedad se constituyó en 1985.

En 1991, con 12 personas en plantilla, se trasladaron a una nave de 600 metros cuadrados en el polígono de Alaior. “Fue un paso trascendental para poder crecer, pero muy arriesgado, porque familiarmente tuvimos que renunciar a otros proyectos personales”, destaca Maruja Florit. La inversión permitió incorporar más hornos, maquinaria nueva de pastelería y cámaras de frío. La plantilla era entonces de 15 personas y sus hijos Mari Luz y Toni ya se habían incorporado al negocio. La elaboración, el envasado y la distribución de más de cien productos distintos a supermercados y tiendas de proximidad superaba las expectativas de cuanto habían imaginado.

Al año siguiente de estar en el polígono y en un momento de crisis económica, cuando cerraban puntos de ventas a los que vendían sus productos, decidieron dar un nuevo paso y apostar por una red de tiendas propias. “En 1992 abrimos nuestra primera tienda propia en Alaior. Teníamos más margen y control sobre el negocio y pensamos que podría ser una solución a la caída de ventas”, explica Mari Luz, actual gerente. Los siguientes años fueron de aperturas continuas e incluso innovando en ciertos aspectos, abriendo panaderías con un modelo propio de cafetería incorporado. El paso del tiempo también les brindó la posibilidad de abrirse a otros productos como buñuelos, turrones y las conservas, ampliando el catálogo de referencias hasta las 200 actuales. En junio de este año han abierto su tienda número once. El 70% de su producción ya se distribuye en las tiendas propias y el 30% restante en supermercados. El año pasado facturaron 1,5 millones de euros y este ejercicio llevan un crecimiento de un 10 por ciento. “Uno de nuestros mejores activos ha sido siempre nuestro personal”, afirman desde de la empresa.

NUEVA MARCA. El hecho de no tener registrada la marca con la que hasta el momento habían comercializado sus productos les ha obligado a tener que apostar por una nueva denominación, y lo han hecho trasladando los valores que han conformado este negocio familiar al nuevo nombre de Ca na Maru. “Además de ser un homenaje a nuestra madre, siempre nos hemos sentidos unos artesanos de la bollería y la panadería, hemos utilizado ingredientes de calidad, de Menorca, y trabajado a mano su elaboración”, explica Toni, encargado de la logística. Este año han cumplido su 35 aniversario y ha servido de perfecta excusa para implantar este cambio.