Joan Rosselló, con su hijo Climent en las instalaciones de la empresa en el polígono de Porreres. | Aina Ginard

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“A finales de los años 70, los intereses se pagaban al 19,5%”. De esto se acuerdan perfectamente Joan y Toni Rosselló, dos porrerencs que se ilusionaron con la posibilidad de comprar una fábrica de galletas que había cerrado. Casi cuarenta años después, Galletes Rossellons es una institución en el pla de Mallorca, una pequeña fábrica conocida por sus galletes d’oli y de barquillo, fideos, turrones y preparados para hacer helado. Pequeña pero con ambición, ya que siempre están pensando en nuevos proyectos.

Cuando los hermanos Rosselló supieron por su padre que fábrica de Llubí Galletas Gelabert cerraba, no lo dudaron. “Mi padre siempre había sido distribuidor de varios productos, entre ellos las galletas de Llubí. Nos decidimios, compramos las máquinas y las trajimos a Porreres, a un local de la calle del Molí den Negre. Fueron años duros, porque tuvimos que pedir todo el dinero y los intereses se pagaban muy caros, pero teníamos ilusión”, explica Joan. “Empezamos durante dos o tres años solo con las galletas Bòer, hechas de barquillo, porque eran el producto estrella de los Gelabert. Entonces estábamos solos, mi hermano y yo, con nuestras mujeres”, recuerda.

Poco a poco recuperaron otros de los productos de la casa Gelabert, en especial las galletas d’oli y el turrón. “Aun así, había diferencias, porque ellos lo hacían a mucha más pequeña escala. Si no recuerdo mal, su fábrica no llegaba a los 200 metros cuadrados”, recuerda. Con los años fueron incorporando trabajadores y ampliaron su capacidad comprando máquinas. El único producto Gelabert que no continuaron fabricando fue las galletas María, porque “era un mercado difícil en competencia y en precios, todo el mundo hacía, y nosotros ya lo dejamos aparcado”. Poco a poco, también introdujeron su nombre en el packaging.

En 1997 compraron una nave en el polígono industrial de Porreres, a las afueras del pueblo, pensando en futuras necesidades. Y empezaron el nuevo siglo con fuerza, marcando un nuevo rumbo. “En el año 2002 adquirimos la fábrica de fideos Bendinat a la familia Mestre, también de Porreres. Nuestra idea era seguir haciendo como ellos los fideos y las típicas burballes, y ya instalamos la maquinaria en la nueva nave”, explica el empresario.
Solo dos años después salían al mercado con un nuevo producto innovador, Galefit, galletas típicas mallorquinas de aceite ricas en fitato, un componente que previene las piedras en el riñón.

En 2006 empezaron las obras de reforma en la nueva nave del polígono y al año siguiente trasladaron toda la producción. Les cogió justo a las puestas de la recesión, que pudieron sortear. “Se ha notado, pero no demasiado, y no tanto como a nivel global. Creo que en general, las empresas de alimentación hemos aguantado mejor que los otros sectores”, puntualiza Rosselló.

En la actualidad, casi toda la familia trabaja en la empresa: los dos hermanos y socios, la mujer y los dos hijos de Joan, y dos hijos de Toni.

La fábrica no tiene grandes picos en la demanda, ya que su gama de productos abarca las diferentes etapas del año. “Hacemos galletas típicas de aceite, normales y galletó, y también integrales y Galefit, que se venden durante todo el año, quizás un poco menos en verano”, explica.

GALLETAS. Las galletas de aceite son el producto con más ventas de Rosselló. Elaboran miles de kilos en paquetes de 400 gramos. Y aun así, no se pueden desvincular del nombre ‘galletes d’Inca’. “El mayor productor es Quely, esto es indiscutible. En Inca había también otras fábricas como Bellver o Prats, y es normal que el pueblo se asocie a las galletas. Nosotros tenemos claro que somos una segunda marca, y no tenemos grandes aspiraciones, simplemente seguir como hasta ahora ofreciendo calidad y servicio”, argumenta Rosselló.
En verano destacan otros productos como los preparados de almendra y avellana para hacer helado, y también todo el año venden preparado de almendra para gató y galleta picada, que se usa como pan rallado.
“Luego en septiembre empieza fuerte la demanda de fideos; basta decir que durante las fiestas del vermar de Binissalem no quieren otros fideos que no sean los nuestros. Este año hemos vendido solo en ese pueblo más de 3.000 kilos”, afirma. La gama de pasta abarca los fideos y las típicas burballes, que comercializan con la marca Bendinat. “Puede ser que las galletas sean de Inca, pero ahora ya todo el mundo sabe que los fideos de vermar se hacen con fideos de Porreres”, bromea. Y en Navidad, su producto estrella es el turrón de almendra y el torró de neula.

FRESQUETES. Sin embargo, Joan puntualiza que su producto estrella para ellos, aunque no sea el más vendido, son las galletas de barquillo. “El producto más emblemático de nuestra fábrica son las galletas de neula Bòer, que conservamos con el nombre de Fresqueta como cuando se hacían en Llubí. Todo el mundo nos dice que cuando prueba una le recuerdan a su niñez, y esto es algo que nos enorgullece muchísimo”, comenta el propietario. Las Bòer se elaboran con una base de oblea y se rellenan de crema con sabor a coco, almendra, nata o vainilla.

Además, Galletes Rossellons cuenta con su propia red de distribución. Con una flota de cuatro camiones, abarcan toda la demanda que generan los supermercados en Mallorca, porque de momento no fabrican para hostelería.
La empresa no se ha dedicado hasta ahora a la exportación, pero sí que se pueden encontrar las rossellons en Menorca, Eivissa y Formentera ya que cuentan con proveedores locales en las diferentes islas.

NUEVA MAQUINARIA. Recientemente han adquirido una nueva línea de cocción de las galletas que les permite aumentar de manera considerable la producción, lo que les sitúa en una posición óptima para emprender grandes proyectos en un futuro. “Ahora acabamos de salir de una inversión grande, y de momento queremos esperar a hacer más cambios. Ahora tenemos más capacidad de fabricación y estamos estudiando las opciones disponibles. Pretendemos mejorar día a día y esperamos que nuestros clientes estén satisfechos”, concluye.