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Confesaré que me ha hecho ilusión que se me invitara a la conmemoración oficial del vigésimo aniversario de la Escuela de Hostelería de las Islas Baleares, feliz entente entre el Gobierno de las Islas Baleares y la UIB que aún hoy continúa dando excelentes frutos.

En alguna ocasión ya me he referido desde estas páginas a esta escuela, no en vano tuve la ocasión de ser subdirectora en el periodo 1999-2003 y directora entre el 2003 y 2007, y estoy familiarizada con el enorme esfuerzo profesional de quienes allí trabajan y quienes sucesivamente pasan por sus aulas, para obtener una formación que ya es hoy de verdadero prestigio internacional. Conozco muy bien lo que esta escuela significa para el sector turístico de Balears y cuánto acierto hubo en su creación.

Soy del parecer que una sociedad como la nuestra, hipercrítica y exigente, no sabe con frecuencia valorar adecuadamente lo que tiene. Se hace precisa una cierta perspectiva histórica para no perder de vista de dónde venimos para poder tener claro a dónde queremos llegar.

Estos veinte años de existencia que ahora cumple la Escuela de Hostelería son una buena ocasión para revisar y poner en valor cuánto esfuerzo se ha dedicado y cuán buenos resultado se vienen obteniendo; ejecutivos y directivos seleccionados por las mejores empresas turísticas internacionales, maîtres, chefs, recepcionistas, F&B atendiendo a los públicos más exigentes y creciendo el número estrellas Michelin en Balears… Sin nostalgias ni autosatisfacciones desmedidas, pero con la claridad de que ese ha sido un proyecto acertado del que nuestra sociedad puede sentirse orgullosa y con razón.

Se han puesto en estas dos décadas las bases para lanzar un proyecto que ya es de prestigio pero puede y debe serlo más. Hay que buscar sin excusas la excelencia, en un mundo donde la confrontación con otros mercados constituye, además de una exigencia, una gran oportunidad de desarrollo y crecimiento.

Nos equivocaríamos si creyéramos que ya está todo hecho. Que ya se ha alcanzado una meta. Craso error. La conmemoración ha de servir para, transcurrido el momento de celebración, repensar el futuro y plantear qué queremos hacer en los próximos veinte años.

La Escuela de Hostelería ha supuesto un gran acierto y vino a llenar un hueco en la demanda de cualificación en el sector, que ha visto cómo en esos años emergían grandes profesionales preparados y competentes, pero el sector de la hostelería esta en un innegable proceso de transformación. La nueva demanda con sus exigencias. Los llamados millennials, nuevos consumidores con gustos e intereses muy distintos al clásico cliente. Las nuevas tecnologías y el impacto del big data y sus aplicaciones dibujan un escenario sugestivo y emocionante, como lo es siempre el reto de los nuevos tiempos.

Estoy convencida de que la Escuela de Hostelería será capaz de afrontar con acierto tales retos. Felicitaciones en su XX aniversario por todas las metas alcanzadas. Seguro que el futuro le depara muchísimos más éxitos.