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Durante las dos últimas semanas hemos vuelto a observar caídas en las bolsas mundiales, tanto europeas como americanas.
Por la profundidad de la caída, para los inversores a largo plazo, que deberían ser la mayoría, no tiene mucha importancia. Sin embargo, hay que empezar a valorar si se trata de un simple recorte o bien de un movimiento previo a fuertes caídas.

En Europa, hace poco teníamos a la mayoría de bolsas intentando consolidar por encima de niveles importantes, lo cual hubiese sido una gran señal. Estos son los 3.000/3.030 en EuroStoxx y los 10.050/70 en DAX, por poner dos ejemplos de índices significativos.

Una vez más, no llegaron a consolidarse estos niveles (algo que se intentó en marzo), aunque no hay que alarmarse, de momento.

Porcentualmente, no se ha alejado mucho, y por lo tanto cualquier impulso le puede llevar a estar de nuevo por encima (de hecho durante esta semana lo ha intentado), y además los soportes siguientes donde debería rebotar están cerca, especialmente los de abril, pero ni siquiera los de febrero alterarían una estrategia largoplacista.

El no poner al IBEX entre estos índices es intencionado, puesto que, además de los problemas conocidos (elecciones, Catalunya, Brasil y banca), se suma que técnicamente la situación, seguramente debido a los factores enunciados, es peor que la práctica totalidad de sus homólogos, no pudiendo en ningún momento superar la resistencia de 9.250/75. Eso sí, el soporte de 8.200 sigue intacto y podría ofrecer una oportunidad a los inversores más arriesgados.
En Estados Unidos, la situación técnica todavía es mejor, ya que ni se ha aproximado a los primeros niveles que deberían servir de primer soporte, los 2.000 en S&P y los 4.100 en Nasdaq.

Además de los soportes, un factor importante para detectar la profundidad de la caída es analizar el miedo que hay en el mercado que se puede medir en dos variables: confianza del inversor minorista y ratio pull/call y volatilidad, marcando ambos pánico en el mercado que suele preceder a momentos alcistas.