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A pesar de los grandes sustos que se llevaron los inversores con el precio del petróleo en febrero y del brexit el pasado mes de junio, este 2016 está siendo bastante tranquilo.

Con un simple vistazo a los gráficos de la mayoría de índices, se puede observar que el rango en que se mueven es muy estrecho (obviando los movimientos comentados). Así vemos cómo el IBEX deambula entre 8.420 y su resistencia de 9.200; el EuroStoxx, entre 2.930 y 3.130; o incluso el S&P norteamericano entre 2.100 y 2.170 (en este último caso se incluyen en este rango las caídas de febrero y junio).

Se podría decir que el mercado está viviendo una “calma tensa” ya que a pesar de no moverse, las noticias que nos llegan están minando la moral de muchos pequeños inversores.

El comportamiento de los pequeños inversores es muy estudiado por los más grandes, que toman decisiones en función de lo que hace la masa, e incluso los provoca.

¿Qué explicación hay a que tras titulares catastrofistas sobre el brexit las bolsas cayeran estrepitosamente para recuperarse en muy pocos días? Tal vez para que alguien gane mucho dinero con este comportamiento.
Pues bien, si los grandes estudian a los pequeños, ¿por qué no invertimos la ecuación y los pequeños estudiamos a los grandes? Quien lo haga descubrirá que esta calma después de caídas fuertes como las vividas entre mayo de 2015 y febrero de 2016 son frecuentes y desembocan en fuertes subidas. Hay un punto donde los grandes empiezan a acumular, no muy rápido para que no se disparen las bolsas, hasta que ya ponen dinero suficiente para que la subida sea fuerte, momento en la que los pequeños empiezan a entrar al calor de “ganancias fáciles”.

¿Estamos en este momento? Es posible que sí, y en caso de no serlo, los stops y cualquier estrategia de protección son muy útiles hasta que se dé.

Por cierto cuando se dé el movimiento alcista siempre acaba igual: los pequeños eufóricos enganchados a precios caros y los más grandes y poderosos fuera del mercado.