La temporada turística puede ayudar a dar un nuevo impulso a las ventas y confían en el verano. | J. Gilabert

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El calzado artesano genuinamente menorquín no pasa por su mejor momento. El golpe que supuso la pandemia en 2020, con una caída aproximada de las ventas del cuarenta por ciento hasta los 382.000 pares, fue duro y le está costando remontar al sector del calzado. Los fabricantes de abarcas tienen que hacer frente a diversas circunstancias adversas como la crisis de consumo latente derivada de la inflación, los cambios de tendencia en la moda o incluso las imitaciones.

Sin disponer todavía de cifras actualizadas de 2023 desde la Asociación de Fabricantes de Calzado de Menorca, englobada en PIME, todo indica que el volumen aproximado de producción se mantendrá seguramente alrededor de los 500.000 pares, sin poder llegar tampoco a los 10 millones de euros de facturación que se alcanzaron en 2019. La abarca menorquina, que en su día había superado al zapato tradicional en número de pares fabricados, no se escapa de la recesión que afecta a la industria menorquina del calzado en general y que está poniendo en riesgo su estabilidad. Mantener nueve meses de trabajo en las fábricas se ha vuelto tarea complicada.

DATOS. Hubo un tiempo en que las menorquinas estaban de moda y desfilaban por las pasarelas. La producción de abarcas aumentaba sin cesar año tras año y parecía que no tocaba techo. Estamos hablando del periodo de 2016 a 2019, con aumentos del 9,25 por ciento en 2017 respecto al año anterior alcanzando los 716.320 pares o del 3,5 por ciento en 2018 con 740.306 pares fabricados que llegó a superar al calzado tradicional. Pero llegó la pandemia y afectó de pleno al corazón del producto turístico, saliendo gravemente perjudicada la venta de abarcas y cayendo de los 603.000 a los 382.000 pares vendidos.

La exportación aguantó un poco mejor, con una caída del 27 por ciento. En 2021 la producción recuperó un 25 por ciento hasta los 438.825 y en 2022, este aumento fue del 12,87 por ciento hasta situarse en los 495.281 pares fabricados entre las nueves empresas que trabajan con el sello de garantía de calidad ‘abarca de Menorca’ creado en su momento por el Consell Insular de Menorca.
Los datos de 2023 todavía no están disponibles por parte de la patronal del calzado, pero algunos fabricantes consultados hablan de un ejercicio parecido al de 2022, de un estancamiento. «El año pasado fue similar en cuanto a producción», constata Carlos Truyol, propietario de Ria Menorca y vicepresidente de la Asociación de Fabricantes de Calzado.

FABRICACION DE ABARCAS EN LA FABRICA DE CALZADOS RIA.
Los fabricantes están sufriendo para mantener nueve meses de producción en sus fábricas.

«El 2023 no fue malo pero la sensación fue que se venden menos abarcas. Lo que funcionaron mejor fueron las tiendas propias», confirma Miquel Pascual de Mibo. «Poder asegurar nueves meses de trabajo ya no es tan fácil. La abarca no tiene el mismo tratamiento de dos temporadas como el zapato tradicional, pero nosotros intentamos compensar con la exportación, ya que podemos fabricar para países donde diciembre es verano. Por suerte, seguimos fabricando 600 pares cada día pero la demanda entra a trompicones, no es constante», añade Pascual. En este sentido, los fabricantes de abarcas han tenido que reducir personal.

IMITACIONES. Son diversos los factores que afectan a esta lenta recuperación de las cifras de ventas y uno de ellos pasa por la atomización de fabricantes de fuera de Menorca con imitaciones del producto. «En estos últimos años, ha surgido más competencia desde Alicante y Zaragoza con fabricantes que llenan el mercado con imitaciones de calidad inferior en las que pone abarca menorquina, pero que no disponen del sello de garantía. En su día, el Consell Insular no quiso demandar a todos estos fabricantes y ahora vemos las consecuencias», argumenta Carlos Truyol, de Ria Menorca. «Necesitamos que el consumidor de Menorca sea consciente de esta realidad para que nos apoye», añade Truyol. Por su parte, Miquel Pascual de Mibo denuncia la competencia desleal que se produce en Menorca con los propios mercadillos ambulantes donde se está vendiendo producto de imitación y nadie lo controla.

«Cuando llegan cruceros al puerto de Maó, por ejemplo, los cruceristas se encuentran unas paradas ambulantes con abarcas de imitación entre 12 y 15 euros y la sensación que me da es de falta de control y de competencia desleal. Creo que esto tampoco deberíamos permitirlo», comenta.
Otra de las circunstancias que comentan los fabricantes de abarcas es que este ciclo de crisis y recesión latente provocado por la inflación, también les afecta no solo con el incremento de costes de producción sino, también, porque el consumidor se mueve en parámetros distintos. «A nivel general, el consumo en moda y calzado está bajando porque las familias notan que ha subido el coste de la vida y han tenido que direccionar su presupuesto disponible hacia otros intereses como las experiencias o los viajes, por ejemplo. La cesta de la compra es la mínima durante la semana para luego poder salir el fin de semana al restaurante. No existe tampoco una moda definida que impere, la gente combina ropa o la recicla y las bambas se han impuesto como calzado habitual», argumenta Truyol. La exportación también se resiente y países como Alemania, ha reducido su consumo. Por su parte, Miquel Pascual afirma que uno de los puntos débiles de la abarca es que cuando pasa de un precio determinado tiene problemas de venta y el consumidor no está dispuesto a pagar por ella. «El incremento de costes de producción recae en el precio final del producto y esto complica la venta», añade.

PROBLEMAS. Desde la pandemia los fabricantes siguen notando un problema general y global de los suministros, lo que se traduce en dificultades para encontrar algunas materias primas. Además, los proveedores han reducido el stock de materia prima, lo que provoca retrasos. «Estamos esperando materiales pedidos desde diciembre y no los hemos recibido en marzo, antes con dos meses lo tenían y ahora pueden pasar cuatro meses sin recibir la materia prima», comenta Carles Truyol. Por otro lado, la demanda de materiales naturales como el yute o las rafias naturales para confeccionar las abarcas son difíciles de conseguir en estos momentos, ya que solo hay dos fabricantes mundiales. También el precio de las pieles ha subido a nivel general y esto repercute en el coste de fabricación y de venta a público. «No nos queda otra que seguir luchando», concluye Miquel Pascual.