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La sólida recuperación del voto que ha cosechado el PP de Marga Prohens y la consolidación de Vox –con epicentro en Palma– marcan el cambio de ciclo en Balears. Armengol no consigue encadenar una tercera legislatura porque el tripartido de izquierdas, además de no sumar, pierde apoyos electorales: el PSOE retrocede, Més per Mallorca se estanca y Podemos se desfonda. Sus dos consellers, Juan Pedro Yllanes y Mae de la Concha, se equivocaron al pretender mimetizarse con los socialistas, y cuando Antonia Jover quiso marcar distancias ya era demasiado tarde y poco creíble. El relato de la izquierda del Pacte –aliados y adversarios al mismo tiempo– no convencía ni entusiasmaba.

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Y los ciudadanos pasan factura en las urnas a los errores y despropósitos. El 28-M dibuja un nuevo escenario político en Baleares marcado por la desaparición de El PI, que no consiguió presentar candidaturas en Menorca; y el hundimiento de Ciudadanos. La regla de oro de la democracia es la alternancia en el gobierno de las instituciones, y el vuelco a la derecha propicia este cambio. Pero el PP no está solo, ya que ha irrumpido otro actor, llamado Vox, con estilos distintos, porque Fulgencio Coll no es Jorge Campos. Prohens demostrará su fuste e ingenio para llegar al Consolat de Mar mediante un acuerdo de investidura con el partido de Abascal que garantice estabilidad sin que Vox deba entrar necesariamente en el Govern.