Bettino Craxi vivía exiliado en Túnez.

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El ex presidente socialista del Gobierno italiano Bettino Craxi murió ayer en su villa tunecina de Hammamet a los 65 años, víctima de un ataque cardiaco. Craxi se encontraba en Túnez fugitivo de la Justicia italiana, tras ser condenado por diversos casos de corrupción relacionados con la financiación ilegal del Partido Socialista Italiano (PSI) investigados por la Fiscalía de Milán dentro de los escándalos conocidos como Tangentópoli.

En el momento de su muerte, sólo se encontraba junto al político socialista su hija Stefanía, que se apresuró a señalar que «mi padre, no ha muerto, lo han asesinado», en referencia a los procesos judiciales abiertos en Italia. Además, añadió que «mi padre descansara en Túnez, porque este país se ha convertido en su patria». Sobre si era esa la voluntad de su padre, Stefanía Craxi declaró «que no lo había pedido expresamente, pero estoy segura de que lo desearía». Sobre Bettino Craxi pesaban dos condenas definitivas por un total de 10 años de prisión por cobrar comisiones ilegales de la petrolera ENI y del Metro de Milán, cuatro procedimientos aún abiertos y cuatro absoluciones, algunas de ellas por prescripción. Al ex primer ministro italiano, aquejado de problemas cardiacos provocados por una diabetes, le fue extirpado recientemente en la capital tunecina un riñón a causa de un tumor. Esta intervención quirúrgica estuvo precedida por una viva polémica, tras la revocación de algunas órdenes judiciales, sobre su posible regreso a Italia para ser operado por los médicos del Hospital San Rafelllo de Milán que le atendían habitualmente.

La noticia de su muerte ha sido recibida con consternación por la totalidad de los políticos italianos, que han subrayado su importante contribución durante las décadas de los años 70 y 80 a la vida política del país. Craxi presidió entre 1983 y 1986 el Gobierno más largo de la historia republicana de Italia, con 1.058 días, tras renovar al Partido Socialista y convertirle en la tercera fuerza política, tras democristianos y comunistas. El Papa Juan Pablo II rezó ayer por el político socialista y recordó su «destacada» contribución a la firma del renovado Concordato que establece las relaciones entre Italia y la Santa Sede, según hicieron público fuentes del Vaticano. También expresó su pésame el presidente de la República, Carlo Alberto Ciampi, quien destacó su «importante papel en la vida política del país» y su «significada contribución a la defensa de occidente y a la consolidación de la paz».