La desesperación empieza a cundir entre la población civil de Kabul, que ve cómo la violencia y la muerte aumentan en la capital. | Reuters

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La guerra contra los talibanes afganos, que ya supera en duración a la de Vietnam, ha tocado techo este verano en bajas de soldados extranjeros, con un negro escenario bélico marcado por la incertidumbre de las operaciones en el sur del país. Desde la caída del régimen talibán en 2001, julio ya es el mes con más bajas estadounidenses (66) y junio fue el más sangriento para el conjunto de las fuerzas internacionales (102), que en total han perdido a 1.979 hombres en su lucha antitalibán.

La fuerza ISAF de la OTAN emite cada vez más comunicados de muertes de soldados y menos de avances sobre el terreno, aunque el objetivo de EEUU es comenzar la retirada en julio de 2011 y que el Ejército afgano asuma el control en 2014.

Más tropas

Las muertes se justifican en parte por el aumento de tropas, cuyo despliegue total (150.000) se completará en agosto, pero los éxitos militares parecen magros para un año en el que el objetivo declarado era golpear a la insurgencia para que el Gobierno afgano abordara el «proceso de paz» en una situación de fortaleza. La ISAF informó ayer de varios arrestos de insurgentes en Kandahar y garantizó que su presencia militar «seguirá aumentando» en esta provincia meridional. En ella, había prevista una gran operación para junio pero desde entonces no ha habido pistas oficiales sobre la estrategia para desalojar al movimiento talibán de la tierra donde nació hacia 1994.

«Aplazaron la ofensiva porque no consiguieron los resultados esperados en Marjah», constató a Efe el analista Haroon Mir. La publicitada operación en el núcleo urbano de Marjah y el distrito de Nad Alí se vendió en febrero como el primer paso para desactivar a los talibanes en la provincia de Helmand, vivero del opio afgano y vecina de Kandahar.

Sólo tres meses después, fue descrita por el destituido jefe de las tropas extranjeras en Afganistán, Stanley McChyrstal, como una «úlcera sangrante», y el mando militar admitió dificultades para que el Gobierno implante sus instituciones civiles en una zona de tradicional dominio talibán. «No han podido entregar el control a las autoridades afganas. La situación será peor en Kandahar, una operación diez veces mayor», reflexionó Mir.