El ex ministro del Interior de Ucrania y líder de la oposición Yuriy Lutsenko recibe asistencia médica tras los enfrentamientos. | Reuters

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Al menos doce personas han resultado heridas, entre ellos varios diputados y un exministro, la madrugada de este sábado en nuevos enfrentamientos entre la Policía antidisturbios de Kiev y los manifestantes que se concentraban en la capital ucraniana.

Entre los heridos se encuentra el exministro ucraniano Yuri Lutsenko, que ha sido atendido por los servicios sanitarios en el lugar de las protestas con la cabeza cubierta de sangre. Varios diputados del partido nacionalista Svoboda también han resultado heridos.

Los manifestantes han inutilizado varios autobuses policiales estacionados en las zonas aledañas y han instado a los agentes a que circularan por un «pasillo de la vergüenza» que los propios asistentes a la protesta han formado, según ha informado el diario ucraniano 'Kyiv Post'.

Los disturbios se han originado en las inmediaciones de la sede de un tribunal de Kiev donde han declarado culpables a tres activistas de un movimiento nacionalista vinculado al partido Svoboda de conspirar para demoler un monumento de Vladimir Lenin en la localidad de Boryspil, en el norte de Ucrania, durante las celebraciones del Día de la Independencia hace dos años. Desde entonces, permanecían en arresto preventivo.

Un centenar de seguidores de los activistas han acudido a la entrada del tribunal, donde han aguardado el veredicto, para expresar su apoyo a los detenidos, que también fueron acusados de tramar el asesinato del presidente Viktor Yanukovich.

Ucrania iba a firmar en noviembre un acuerdo de asociación con la Unión Europea pero Yanukovich dio marcha atrás en el último momento y apostó por un acercamiento con Rusia, lo que desencadenó multitudinarias manifestaciones en Kiev que, en varias ocasiones, concluyeron en altercados.

Posteriormente, el presidente ucraniano firmó en diciembre una serie de acuerdos económicos en Moscú entre los que figuraba un crédito de 15.000 millones de dólares (casi 11.000 millones de euros), considerada, según los analistas, una victoria de la diplomacia rusa en su lucha por mantener su hegemonía en el este de Europa.