El presidente ruso, Vladímir Putin, pronuncia un discurso en una ceremonia en la que se ha reunido con altos mandos militares y altos cargos de Interior recién nombrados en el Kremlin de Moscú. | Efe

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El presidente ruso, Vladímir Putin, ha recordado al mundo que, tras la anexión de Crimea, aún quedan otros conflictos por solucionar en el espacio postsoviético, como el de la región separatista moldava de Cisdniéster.

Putin llamó anoche al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para hablar supuestamente sobre Ucrania y Crimea, pero aprovechó para poner sobre la mesa otro conflicto en el que también se encuentran implicados rusos étnicos.

El jefe del Kremlin denunció «el bloqueo exterior al que, prácticamente, está sometido Cisdniéster, lo que dificulta notablemente las condiciones de vida de los habitantes de la región, sus movimientos, el comercio y la actividad económica».

«Rusia aboga por un arreglo del problema de Cisdniéster que sea justo y mutuamente aceptable», señaló Putin, citado por un comunicado del Kremlin.

Según añade la nota oficial, «Rusia está interesada en el trabajo efectivo del actual formato de negociaciones 5+2», que integra a Moldavia, Cisdniéster y a los cinco mediadores internacionales: Rusia, Ucrania, EE. UU., la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y la Unión Europea (UE).

Nada más estallar el conflicto en la autonomía ucraniana de Crimea, que entró la pasada semana a formar parte de la Federación Rusa, se trazaron los primeros paralelismos con Cisdniéster.

En Cisdniéster, que rompió lazos con Moldavia tras una cruenta guerra civil (1992-93) en la que contó con la ayuda de Moscú, más del 60 % de la población es rusa y ucraniana, por lo que la defensa de su pueblo podría ser de nuevo enarbolada por el Kremlin.

Mientras en Crimea los rusos son más de la mitad de los casi dos millones de habitantes de la península, en la región secesionista moldava representan entre 150.000 y 200.000, un tercio del poco más de medio millón de habitantes del territorio.

A esto se suma que, mientras en Crimea se encontraba basada la Flota rusa del mar Negro, en Cisdniéster hay entre 1000 y 2000 soldados rusos desde 1993, supuestamente como fuerzas de pacificación y para guardar los arsenales soviéticos.

En los últimos años Rusia ha defendido la integridad territorial moldava, pero también la concesión de un estatus especial a Cisdniéster, como condiciones para el arreglo del problema.

Mientras, al igual que hiciera Crimea el pasado 16 de marzo, las autoridades de Cisdniéster organizaron en 2006 un referéndum en el que el 96 % de los votantes apoyó la independencia para su posterior incorporación a Rusia.

El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, echó hoy más leña al fuego al acusar a EE. UU. y la Unión Europea de mantener «un completo silencio» ante el bloqueo que Kiev y Chisinau han orquestado contra Cisdniéster.

«Hay que abordar seriamente sobre este asunto, ya que ellos excitan los ánimos entorno a Cisdniéster como si fuera a ser el siguiente (en ser anexionado). La historia no les ha enseñado nada», dijo.

Lavrov tachó esos comentarios de «escandalosa y provocadora retórica».

«En realidad, ellos intentan con sus pasos prácticos crearle a Cisdniéster una atmósfera insoportable», apuntó en declaraciones a la televisión rusa.

Por su parte, el primer ministro de Moldavia, Iurie Leanca, expresó el viernes su preocupación por posibles provocaciones por parte de Cisdniéster, región que comparte frontera con Ucrania.

«Existe la región de Cisdniéster donde pueden producirse conflictos. Apoyamos el diálogo y confiamos en la responsabilidad por parte de las autoridades de Cisdniéster para evitar una posible desestabilización de la situación. Ahora, a nadie le interesa un nuevo foco de tensión», señaló.

Desde el final de la guerra civil, que costó la vida a centenares de personas, Moldavia aboga por la integración de los dos territorios separados por el río Dniéster, a lo que siempre se han negado los separatistas.

Recientemente, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, confirmó que la Alianza se mantendrá vigilante en las fronteras de sus aliados con Ucrania y no dudará en defender a los países miembros si se ven amenazados.

En particular, recordó el caso de Cisdniéster, ya que Moldavia es limítrofe con Rumanía, miembro de la OTAN con la que conserva estrechos lazos históricos y lingüísticos, ya que la antigua provincia de Besarabia era parte de ese país hasta que la URSS se lo anexionó tras la Segunda Guerra Mundial.

Pese a no tener frontera física con Rusia, ya que Cisdniéster es una franja de tierra que se encuentra encajada entre Ucrania y Moldavia, sus habitantes se encuentran mucho más cercanos a Moscú que a Chisinau.

En Tiraspol, capital del territorio, la plaza central está presidida por un estatua de Lenin, al igual que ocurre en Simferópol, capital crimea, el KGB no ha sido desarticulado y en la bandera nacional permanece la hoz y el martillo.