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El candidato del Partido Republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, ha superado los 270 votos electorales necesarios para ser declarado vencedor de las elecciones presidenciales en el país.

Trump ha llegado a esta cifra tras lograr la victoria en el estado de Wisconsin, donde se ha impuesto a su rival, Hillary Clinton, logrando una diferencia que es ya insalvable y que le da las llaves de la Presidencia.

En las últimas elecciones presidenciales, celebradas en 2012, el actual mandatario, Barack Obama, se hizo con 332 votos electorales, por los 206 cosechados por su entonces rival, el republicano Mitt Romney.

Tal como ha confirmado el mismo Donald Trump en sus primeras palabras como presidente electo, Hillary Clinton ya le ha llamado por teléfono para felicitarlo por su victoria.

El republicano ha prometido ser «el presidente de todos» y se ha ofrecido a tender la mano incluso a quienes no le han votado.

Trump ha dicho que trabajará para recuperar al país, «que tiene un tremendo potencial», y relanzar «el sueño americano».

«Pondremos a millones de americanos a trabajar en la recuperación del país», ha dicho el nuevo presidente, que no tomará su nuevo cargo hasta el 20 de enero.

En el plano internacional, Donald Trump a afirmado que trabajará para «llevarnos bien con las naciones que estén dispuestas a llevarse bien con nosotros. Buscaremos la negociación, no el conflicto».

Victoria con sorpresa

El republicano Donald Trump ha sorprendido al mundo al derrotar a la favorita Hillary Clinton en la carrera por la Casa Blanca, poniendo fin a ocho años de gobierno demócrata y encaminando a Estados Unidos por un sendero nuevo e incierto.

El magnate de bienes raíces y conductor de reality show despertó el enojo entre los políticos tradicionales de Washington al derrotar a Clinton, cuyo brillante currículum vitae incluye roles como primera dama, senadora estadounidense y secretaria de Estado.

Ante la preocupación de que una victoria pueda causar incertidumbre económica en casa y en el mundo, los inversores abandonaron los activos riesgosos como las acciones.

Associated Press y Fox News proyectaron que Trump había obtenido los 270 votos necesarios para ganar un mandato de cuatro años que comienza el 20 de enero, logrando posicionarse en estados difíciles donde tradicionalmente se deciden las elecciones presidenciales.

CNN reportó que Clinton llamó a Trump para reconocer su derrota. Poco antes, el jefe de campaña de Clinton, John Podesta, pidió a los seguidores de la candidata en un acto en Nueva York que se fueran a sus casas. «Varios estados están muy disputados como para declarar un ganador, así que no vamos a decir nada más esta noche», sostuvo.

Ambos candidatos sufrieron de niveles de popularidad históricamente bajos en una elección que muchos votantes caracterizaron como una opción entre dos alternativas incómodas.

Trump, que con sus 70 años será el presidente de mayor edad en ejercer su primer mandato, sobrevivió a una campaña amarga y polarizada que se concentró mayormente en el carácter de los candidatos y en qué tan confiables serían como el presidente número 45 del país.

La presidencia será su primer cargo electivo, y con su retórica explosiva hay incertidumbre sobre cómo trabajará con el Congreso.

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Trump se sumó a la carrera por la presidencia hace 17 meses y sobrevivió a una serie de golpes devastadores, incluyendo un video del 2005 en el que alardeaba sobre «agarrar» mujeres sin su permiso. El magnate pidió disculpas, pero luego otras mujeres dijeron que las había tocado inapropiadamente, acusaciones que él negó.

Durante los tres debates presidenciales que mantuvo con Clinton, fue considerado el perdedor.

Insultos, peleas

Durante la campaña, Trump insultó y se enemistó con una larga lista de personas incluyendo musulmanes, discapacitados, el senador estadounidense republicano John McCain, la presentadora de Fox News Megyn Kelly, una ex Miss Universo latina y un juez federal con ascendencia mexicana.

Trump prometió ser «el mejor presidente en cuanto a empleos que Dios haya creado», una respuesta a la aquejada clase media estadounidense. Prometió poner un arancel de un 35 por ciento sobre los bienes exportados a Estados Unidos por compañías del país ubicadas en el exterior.

A lo largo de su campaña -y especialmente en su discurso de aceptación en la Convención Nacional Republicana en julio- Trump presentó una visión sombría de un Estados Unidos debilitado frente a China, México, Rusia y Estado Islámico.

Dijo que el sueño americano estaba muerto, ahogado por los malintencionados intereses empresariales y políticos corruptos, y prometió revivirlo.

Trump anunció que volvería hacer Estados Unidos grandioso de nuevo y ofreció vagos planes para lograr concesiones económicas de China, construir un muro en la frontera sur de Estados Unidos para mantener a los inmigrantes indocumentados fuera y hacer que México pague por él.

Propuso incluso negarle el ingreso a Estados Unidos a personas procedentes de países de Oriente Medio, una versión modificada de su propuesta previa para vetar a los musulmanes.

Su triunfo es un golpe contra el presidente Barack Obama, un demócrata que pasó semanas volando por el país en el Air Force One para hacer campaña contra él. Obama entregará el poder a Trump el 20 de enero luego de estar ocho años en el cargo.

Interrogantes

El triunfo de Trump despierta una serie de interrogantes sobre Estados Unidos dentro y fuera. Su campaña apuntó a llevar al país por un camino más aislacionista y proteccionista.

Las ideas de seguridad nacional de Trump, a las que se opone la mayoría de las voces de la elite en todo el espectro político, han incluido promesas de fortalecer las fuerzas armadas estadounidenses y a la vez evitar el involucramiento en conflictos militares en el exterior.

Además de reformular acuerdos comerciales internacionales para reducir los déficit comerciales, Trump quiere construir un muro a lo largo de la frontera de Estados Unidos con México para reducir la inmigración ilegal y el tráfico de drogas. Dijo que espera que México pague por ello.

Por otra parte, ha tomado posiciones que elevan la posibilidad de perjudicar las relaciones con los aliados más cercanos de Estados Unidos en Europa, Asia y Oriente Medio.

Incluso ha prometido fortalecer las relaciones con Rusia, que se habían enfriado bajo el Gobierno de Obama durante la intervención de Vladimir Putin en la guerra civil de Siria y la anexión de la región ucraniana de Crimea.

«¿No sería bueno llevarse bien con Rusia?», dijo en varios eventos.

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