TW
0

La fiesta de Sant Antoni es fiesta de singulares características, de gran sabor popular y de colorido agreste. Desde siempre a Sant Antoni se le ha venerado como patrón del «bestiar». Por esa razón se creía que todo el ganado estaba bajo su protección, especialmente los cerdos de engorde. De ahí que se le llamase Sant Antoni del porquet. Era tradición, en Mallorca, que si el cerdo alcanzaba los kilos esperados, no faltase una suculenta limosna al santo por parte del propietario del animal.

Hubo un tiempo en que en las Beneïdes cobraban gran protagonismo los animales de labranza de nuestra payesía. Seguramente en aquellos tiempos no se rociaba con agua bendita a muchos perros de compañía ya que muchos payeses, aunque guardasen su morada, solían expresarse así: «Un ca no val res perque no fa ous». Pero volvamos al cerdo de la fotografía. No existe imagen de Sant Antoni sin que figure a sus pies el cerdo. Este animal, con preferencia, estaba bajo su patrocinio. Hasta el día en que era degollado sin las medidas que ahora toman quienes no desean tanto sufrimiento para un animal protegido por un santo.

Antaño, el hospital de Sant Antoniet tenía el privilegio de llevar a «pasturar» por las calles a los cerdos que más tarde se sacrificaban para alimentar a los enfermos. Aunque tradición que data del siglo XIX, fue prohibida. Quizá los cerdos eran un tanto incívicos. En contrapartida se sustituyó el paseo por la rifa del animal, festejo que aún tiene lugar en muchos puntos de la Isla.