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Montar a caballo como en las películas del oeste es la ilusión de muchos niños y niñas. Un palo largo se convierte en rocín con facilidad, y mejor si es una escoba porque así el animal tiene crines que se muevan al viento de su galope. Pero luego llega la hora de la verdad y los caballos auténticos son muy grandes, se mueven a su antojo y a veces "y eso los niños también lo han visto en la pantalla", se levantan sobre sus cuartos traseros y se desbocan tirando a su jinete...

«Al principio tienen miedo», explica Cristina Piña, propietaria y profesora de la Escuela de Equitación «Son Bibiloni». «Por eso se trata de que se acostumbren al animal y entiendan que necesita un trato y un manejo. Son caballos, pueden dar un susto y los niños tienen que aprender cómo reaccionar. Algunos, sobre todo los que viven en la ciudad, nunca han tenido un animal cerca».

La actividad extraescolar de Equitación del colegio Aula Balear de Palma contempla todas las tareas necesarias para familiarizarse con el aseo y la monta de los equinos. Cepillarlos, ensillarlos, colocarles la brida o los estribos a la altura adecuada; requieren atención por parte de los niños. Después hay que llevar al caballo hasta la pista de ejercicios y subirse hasta la silla "lo que no es tan fácil como parece". Víctor, Talmai y Victoria tienen seis años. Montan ponies a su medida «porque los caballos de verdad son muy altos», explica Víctor, «...y no llegas nunca al suelo».

Quizá por eso él siempre elige a «Caoba», un caballito negro como de juguete, bien domado y obediente. Lucía tiene ocho años y como «no es grande ni pequeña» monta a Cherokee "también de tamaño intermedio". «Pero hace lo que él quiere y se para a comer» explica algo enfadada. Cristina, la profesora, insiste: «Hace lo que quiere porque tú no le mandas que haga lo que tú quieres». Los mayores ya montan «caballos, caballos». Aprenden a cambiar de posición en la silla mientras van al paso, a moverse sin agarrar las riendas y con los brazos en cruz, e incluso ya saben ir al «trote levantado» "imprescindible para no rebotar en la silla y hacerse daño". Pero aún tienen que aprender lo más emocionante del galope.