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No pretendo descubrir la pólvora si les digo que el arma que lleva la Policía Nacional es una Franchi calibre 12-70. ¿Que por qué lo digo entonces? Simplemente, porque por primera vez en mi vida he reparado en ella. Fue el otro día, en la avenida Jaume III de Palma, al pasar por delante del edificio donde el agente consular USA, Tumy Bestard, tiene su oficina. Dos policías nacionales estaban de guardia, portando esas armas, que como me llamaron la atención, sobre todo por lo corto que es su cañón y por esa especie de fuelle de madera que lleva, indagué. Y, efectivamente, no es un arma nada del otro mundo. Es una Franchi, escopeta de tiro deportivo que ha sido aplicada a fines policiales desde la mitad de los 80, y que sustituyó al Cetme y al Zeta, cuya munición es la bala, que nada tienen que ver con la de ésta, que emplea cartuchos "tres en concreto" de 12 postas "«perdigones», aunque de diámetro superior a éstos". Es, ¿cómo se lo diría?, en sus orígenes como la escopeta del cualquier cazador, pero con el cañón algo más recortado que ésta, y que se carga manualmente a través del trombón "de ahí que se las conozca también como escopetas tipo trombón" o madera que lleva a la altura del cañón, que sube y baja impulsada por la mano.

Como hemos dicho, en la recámara lleva tres cartuchos de plomo. También como hemos dicho, la misión de esta arma "al igual que la de la policía", no es matar sino parar, detener, abortar cualquier acción, de ahí que, entre otras razones, sustituyera al Cetme y el Zeta "armas más propias del Ejército", provistos de bala.

Parece ser que el mejor impacto se produce no más allá de los 25 metros, pero, sinceramente, yo no me pondría ni a los 30. Por si acaso, ¿saben? Pues por mucho que pierda fuerza a esa distancia y las postas se dispersen, ¡déjenme de tonterías!