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La almendra se perfila en el mercado como uno de los productos agroalimentarios de las Illes Balears con mayores posibilidades económicas. Este fruto seco, que ilustra el fascículo de «Les illes a la taula» que se entrega hoy junto con Diari de Balears y Ultima Hora , ha logrado una significativa rentabilidad en las últimas campañas.

Entre las dificultades a las que se enfrenta, hoy en día, el payés o productor de este cultivo milenario, arraigado en particular a Mallorca, está la sequía que azota la Isla año tras año. Además, las almendras que llegan al mercado desde California, unas semanas antes que las mallorquinas debido al clima, se convierten en un competidor histórico de la producción autóctona. La pasada campaña, un retraso en la llegada de la almendra californiana justo en las semanas en que las industrias de turrones y pastelería hacen sus pedidos de cara a Navidad, propició unos buenos resultados para la almendra local. Las ayudas que la Unión Europea ha venido concediendo desde 1989 también han contribuido a la conservación de este cultivo.

El asociacionismo entre los payeses es una de las bazas que se han jugado de cara a mantener la producción de este cultivo, aún en años en que su valor ha caído en picado. La cooperativa Camp Mallorquí, ubicada en Consell y que aglutina a 18 organizaciones de agricultores, es un ejemplo de ello. El año pasado, las cooperativas Camp Mallorquí y Frusebal, con sede en Sineu, aunaron esfuerzos para sumar la producción de sus socios y obtener un mejor precio.

En cuanto a su consumo, la almendra sigue siendo insustituible en la cocina, y en forma de turrones, la tradicional llet d'ametla y postres.