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El Dragón se nos muestra como aquel que guarda el tesoro; impide el fácil acceso a nuestro objetivo, es la última y peor dificultad que debemos salvar un paso antes de la meta deseada. Nos viene a la memoria la escena en la que el caballero debe vencer al Dragón que da acceso a la princesa. La situación es ambigua porque no sabemos si la esconde, la protege o la tiene secuestrada; lo que está claro es que hay que vencerle, no basta con engañarle, ya que a la salida de la cueva, una vez salvada la dama, vamos a topar una vez más con él.

El refrán, en primera instancia es «Quien algo quiere, algo le cuesta»". Vencer la tentación para conseguir la santidad. Quien domina al dragón, domina la ignorancia. Personalizando la imagen del cuento, podemos reconocer en nosotros mismos todos los pasos de la leyenda. En nosotros está el caballero, el dragón y la princesa, y hasta la misma cueva que la esconde. Como buscadores queremos encontrar lo que representa un bienestar, una paz interior, y que está escondido en algún lugar de nosotros mismos.

Para superar al Dragón va a ser necesaria una actitud diferente, un cambio de conducta, de visión, de concepciones. El Dragón significa astrológicamente la trayectoria vital de una persona, desde aquellas inercias que le atan a lo conocido (cultural, social y psicológicamente), la cola del Dragón; y lo que representa innovación, aprendizaje y crecimiento, la cabeza del Dragón. Los dos polos son igualmente importantes; la salud consiste en aplicarlos según necesidades.