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Francesc Antich ha dado un paso inteligente llevando un tema local, como es el descuento en los billetes aéreos entre Balears y la Península y entre islas, al Senado, donde la causa balear se ha ganado las simpatías del PNV, CiU y CC -además del PSOE-, dejando en evidencia al PP, que obcecadamente se ha negado hasta ahora a apoyar un asunto de suma importancia para los ciudadanos baleares simplemente por oponerse al Pacte que gobierna el Consolat de la Mar, cuando en el fondo este asunto no implica más que una gestión seria y consecuente de los presupuestos de una nación a la que nuestra Comunitat Autònoma debe mucho.

Menos mal que al final la cordura parece haberse impuesto, de forma que los populares han caído en la cuenta de que la constante oposición a los intereses de los ciudadanos de las Islas es un despropósito. Por fortuna, desde el Gobierno central se ha recapacitado y ya se han convocado movimientos tendentes al menos a tomar en cuenta esta cuestión que, con un poco suerte, pueden ofrecer buenos resultados. Era de cajón, porque elegir un tema como éste para las particulares luchas políticas no es el camino a seguir.

Todos estamos sufriendo de año en año las subidas más inverosímiles del precio de los billetes aéreos, además de los recortes en algunas frecuencias. Tanto es así que viajar a ciertos aeropuertos peninsulares triplica el coste de salir al extranjero, cuando estos vuelos domésticos debemos tomarlos por necesidad -laboral, familiar...- y no para hacer turismo, precisamente. Por el contrario, al Estado atender nuestras reclamaciones le costaría 27 millones de euros, seguramente una de las partidas más ridículas que contemplarían los Presupuestos Generales si llegara a aprobarse.