Una exultante Carme Feliu, ayer en su primera aparición pública, junto a Rosa Regi y a su marido. FOTO: TERESA AYUGA/SEBASTIÀN AMENGUAL

TW
0

Emocionada y llorosa. Así se presentó ayer ante los medios de comunicación Carme Feliu, concejala de Cultura de Cort, tras la milagrosa recuperación del aneurisma que la llevó a la UCI el pasado 6 de marzo. Carme, que ayer abandonó la clínica Rotger, estuvo acompañada por su esposo, Juan Ginard; sus padres, los máximos responsables de la Clínica Rotger, Fernando Rotger y Rosa Regi; y los doctores que la trataron. Al fondo, entre el público, Isabel, su fiel secretaria, a quien la paciente no quiso olvidar: «Gracias a su rápida reacción salvé la vida». Fue ella la que, al ver que su jefa se encontraba mal, «tuvo la reacción de llamar al chófer para que me acompañara al hospital».

«Fue cuestión de segundos, tomar decisiones de urgencia en los que nos jugábamos todos mucho», explicó Fernando Rotger, director de la clínica, en relación a un proceso de recuperación sorprendente de la paciente. Todo comenzó con una rápida intervención en urgencias, nada más llegar la enferma por su propio pie. Fue el pasado día 6.

Carme entró en urgencias a las 12.30 horas. Tuvo la fortuna de que allí se encontrara el doctor Amengual y de que éste se diera cuenta del mal que sufría.

Un cúmulo de coincidencias, unidas a la profesionalidad de los médicos, salvaron la vida de Feliu.

Excepto por las lágrimas que se le escapaban cuando daba las gracias a todos los que se han preocupado por ella, Carme presentaba ayer la misma sonrisa que le hemos conocido en los últimos ocho años. Ninguna secuela a la vista, lo que confirmó ayer el doctor Rotger, «porque no hubo agresión cerebral». Aunque sí vimos un cambio en su aspecto habitual: se cubría la cabeza con un pañuelo. Carmen mostró tan buen humor que habló de su cráneo como «la tapa de los sesos». Animosa y optimista, aseguró que «pronto» acudirá al despacho para ir retomando «despacio» los asuntos municipales. Puede que la próxima semana la veamos caminando ya por la plaza de Cort.

Se nota que echa de menos la vida activa, aunque la enfermedad la ha llevado a «plantearme muchas cosas», «disfrutar de más tiempo para combinar vida laboral y familiar», a pesar de que aseguró que siempre ha sido «organizada» para compatibilizar casa y Ajuntament.

Carme aseguró que las «políticas no somos heroínas, somos como cualquier mujer que trabaja, como todas vosotras, como las mujeres trabajadoras que luchan por sacar adelante a la familia, las hijas, ir a la compra».

Carmen calificó su trabajo como «muy bonito, al servicio de una ciudad» en el equipo de Fageda, su «jefe», que «depositó en mí su confianza». Algo sí es seguro: continuará en política, como aseguró a preguntas de este diario.

En el capítulo humano, Carme comentó que una de las «lecciones más bonitas» que puede extraer de este suceso fue el interés que su caso despertó entre la ciudadanía, los deseos de pronta recuperación que le manifestó tanta y tanta gente: cartas, flores, oraciones, mensajes, visitas. Todavía no se ha puesto al día de todo, ya que pasó al menos una semana en la UCI, sedada, pero su marido y sus familiares se lo irán contando poco a poco. El pasado sábado, Carme contaba a los redactores de Cultura de este diario que hasta el obispo le comentó: «Me has traído muchos fieles».