TW
0

La fiesta de la Mare de Déu de la Salut se celebró en paz, armonía y mucha presencia de fieles, que abarrotaron el templo de Sant Miquel. Desde el Ajuntament salió la procesión cívica, en la que participaron los Tamborers de la Sala, maceros, Policía Local de gala y los Cossiers de la Escola de Musica i Dances de Mallorca. Detrás, la totalidad de concejales conservadores y la alcaldesa de Palma, Catalina Cirer, portando sus medallas. Los caballeros eligieron elegante traje oscuro muy adecuado para la ceremonia. Las regidoras, en su mayoría, lucieron elegantes trajes y vestidos en color negro, salpicando el conjunto los alegres tonos blanco de Marina Sans y el azul turquesa de la alcaldesa. El regidor Toni Roig -que esperó junto a las concejalas Cristina Ferrer y Jacqueline Reynaud en la iglesia- optó por un juvenil traje de alpaca italiana de color gris.

En el recorrido realizado desde Cort al Templo se notó una casi nula presencia policial a excepción de los agentes que abrían y cerraban el cortejo. Éste despertó mucha expectación entre el público que transitaba por la calle Colón y entre los numerosos súbditos extranjeros que tomaron fotografías del conjunto de Cossiers y su colla de xeremies. Llegada la comitiva a Sant Miquel compareció el presidente del Govern balear, Jaume Matas. Recibió el bastón de mando de la alcaldesa y se unió a la comitiva junto al comandante general de Balears, Luis Peláez Campomanes, y el segundo jefe de la Comandancia Militar, el general Jaime Coll Benejam. También asistieron el conseller d'Interior, José María Rodríguez, provisto de abanico, y la consellera de Cultura del Consell de Mallorca, Dolça Mulet.

En el templo no cabía un alfiler y el calor era sofocante. No daban abasto los ventiladores y los abanicos de las señoras no cesaban en su vaivén. En este marco se celebró la misa solemne, concelebrada por una decena de sacerdotes y que presidió por vez primera el obispo Jesús Murgui. En su homilía demostró estar muy bien documentado sobre la historia de la patrona de Palma, ofreciendo numerosas datos y pasajes de su largo historial mariano, aunque resultó un poco larga, sobre todo por la cantidad de personas que seguían la ceremonia de pie, en su mayoría personas de avanzada edad. Antes del ofertorio, el obispo Murgui bendijo en el altar mayor los frutos ofrendados por los fieles la víspera, que se destinarán a feligreses enfermos de la parroquia y al colectivo de Can Gazà. A continuación intervinieron los Cossiers danzando l'oferta, levantando expectación entre los presentes. Finalizada la misa, los mallorquines incondicionales de la Verge de la Salut le demostraron su afecto y devoción pasando a venerar su imagen situada en el camarín.

Amalia Estabén