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El anuncio de la retirada del Papa Benedicto XVI, a punto de cumplir 86 años, sorprendió ayer a todos dentro y fuera del Vaticano. También el obispo de Mallorca, Javier Salinas, reconoció haber conocido la noticia con sorpresa y «con una doble sensación: por una parte de tristeza porque esta decisión nos priva de un padre próximo y de brillante magisterio y, por la otra, de confianza en que su meditada voluntad es un bien para la Iglesia».

El obispo declaró, a través de un comunicado, que las palabras dirigidas al Consistorio ayer por la mañana «son expresión de la lucidez y sabiduría» que han caracterizado el ministerio de Benedicto XVI, «a la vez que son signo de humildad y sencillez». En su opinión, el Papa demuestra con su renuncia «que se considera un servidor de la viña del Señor, tarea que por edad adelantada no se ve capacitado para llevar adelante».

Agradecimiento

El responsable de la Iglesia de Mallorca afirmó también que «mi palabra es de agradecimiento filial a quien hasta el día 28 de febrero será el guía de nuestra Iglesia en tiempos muy intensos y difíciles». Y declaró que «a la vez, personalmente su testimonio y su decisión me anima a vivir mi ministerio en clave de servicio a la Santa Madre Iglesia».

Javier Salinas remitió este comunicado tras asistir ayer en Catalunya a una reunión del Secretariado Interdiocesano de Catequesis de Catalunya y Balears. También se sumó al comunicado firmado por el presidente de la Conferencia Episcopal Española y cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, en el que los obispos españoles declararon sentirse «afectados» y «como huérfanos» ante la decisión del Papa, aunque mostraron su respeto a la voluntad del Pontífice y le agradecieron su «impagable» servicio.