Jaume Sastre ha atendido a los medios en su primer día de huelga de hambre. | Jaume Morey

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Jaume Sastre, profesor del IES Llucmajor, completó ayer su primer día en huelga de hambre, una drástica medida iniciada el jueves por la tarde para exigir que el presidente del Govern que «abra una negociación con los docentes». Y tiene que ser el presidente, «ya no es suficiente que lo haga la consellera Camps», reconoció Biel Majoral, cantautor y profesor universitario, que actúa como portavoz.

«Ya que no nos recibe en el Consolat, nosotros invitamos a Bauzá a venir aquí», afirmó Sastre, que desde ayer se aloja en Sa Casa Llarga, de Can Gazá, donde podrá recibir visitas y ser acompañado por personas que decidan sumarse con días de ayuno.

Ante la pregunta de hasta dónde está dispuesto a llegar, el profesor aseveró que «esto se parará cuando el señor Bauzá quiera». Aunque cuenta con el apoyo de la Assemblea de Docents, dice haberse preparado mentalmente y tiene claro que la decisión es personal. Tampoco descartó que algún compañero le releve más adelante.

Para Sastre, que sólo bebe agua y está bajo supervisión médica, «este curso no ha sido normal, el Govern no ha dado ningún paso por dialogar y por tanto el final de curso tampoco puede ser normal».

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El profesor impartía Lengua Catalana en 2º de Bachillerato y en 2º de ESO, alumnos a los cuales ya no volverá dar clase y nadie le podrá sustituir ya que, recordó, «la huelga indefinida no está desconvocada y yo me he puesto en huelga de hambre». No descartó darles un aprobado general.

Sobre el rechazo de los docentes a aplicar esta medida, opinó que «el tema se verá de otra forma al final de curso cuando haya una escabechina por la aplicación del TIL, a ver qué dirán entonces las familias», y si no la hay, añadió, «será porque ha habido aprobados generales», medida que no descartó que algunos docentes tomen a título personal.

Por su parte, Jaume Santandreu, responsable de Can Gazá, ve la huelga como un pulso y reconoce que «los marginados nos sentimos identificados con la lucha de los docentes, a los que les han pegado un manotazo y han retrocedido treinta años».

Santandreu recordó su primera huelga de hambre en 1974, que logró su objetivo, «pero ahora, aunque él pide menos, ya le he dicho que los nietos de los franquistas no le harán ni caso».