Una mujer se detiene ante el portal de la Bodega La Rambla. | Joan Torres

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El característico e inconfundible olor a calamares a la romana, ensaladilla o pica-pica que desprende uno de los más emblemáticos rincones gastronómicos y culturales de Palma, la Bodega La Rambla, se disipará a partir del 31 de julio. Entonces, su propietaria, Jero Pérez, echará el cierre a este clásico de la restauración palmesana.

No se alarmen; no es un adiós definitivo, sino una mudanza, porque en septiembre subirán la barrera en un nuevo local, frente a la Clínica Rotger, a escasos metros del actual.

Con unos sentimientos que caminan entre «la tristeza y la rabia», Jero Pérez confiesa el motivo del traslado: «La dueña del local no ha querido renovarnos el contrato después de 75 años».

El origen de la Bodega La Rambla se remonta a muchas décadas atrás, a los años 40, cuando fue fundada por Toni Ferrer, artífice de Tito's.