José Ramón Bauzá. | Teresa Ayuga

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José Ramón Bauzá pasará a la historia como el president que cavó su tumba el 29 de septiembre de 2013, cuando cien mil personas salieron a la calle para «advertile que desarrollaba una política lingüística suicida», afirman fuentes regionalistas de su partido. No supo ni quiso rectificar. Y ahora está solo. Sus intentos desesperados para mantener el control del partido mediante un congreso extraordinario le pueden convertir en la befa de la política balear . Rajoy, una vez más, le ha dejado en la estacada. Sólo le queda su voluntarismo para dejar al PP en manos de alguno de los pocos fieles que le quedan, seguramente uno de sus diputados ye-ye. Pero, si lo consigue, que está por ver, será una victoria pírrica para un hombre que tuvo todo el poder en sus manos y que ha sufrido el rapapolvo electoral más humillante que se recuerda en la historia del autogobierno.

«El gran error de Bauzá ha sido plegarse a las exigencias de Madrid», dicen sectores regionalistas . Subió impuestos porque los capitalinos le estrangulaban con la financiación. Y cuando se iba al Paseo de la Castellana a exigir recursos le contestaban con un chulesco «en Baleares se vive muy bien». Y lo peor es que se contagió de esta chulería y la importó hacia Mallorca. Bauzá trató a los isleños, tanto los externos como los de su propio partido, como si fuesen reclutas en un cuartel. Es el estilo militarista que impuso Aznar y que trata de imitar Rajoy. Allá por el Paseo de Rosales «el estilo displicente aún funciona, pero en la campechana Mallorca practicarlo es de kamikazes» , comentan críticos del PP.

Empujado por un puñado de monolingües isleños y por el descatalanizador ministro Werth, Bauzá se lanzó de cabeza hacia la cruzada trilingüista. Jamás se había visto mayor fracaso. «Le ha costado seis o siete diputados y ha determinado su final político», afirman sectores regionalistas del PP. Bauzá se autoengañó con los halagos. Las televisiones privadas más ultraconservadoras acuarteladas en los madriles le invitaban a soltar sus peroratas patrioteras . «En el Madrid mediático Bauzá gustaba y él lo sabía». Soñaba con ser ministro de España y por este objetivo dilapidó su capital político conquistado en Balears. Olvidó que «para la pomada madrileña siempre será un periferíco», nunca un pata negra. «Esta misma pomada es la que ha mirado hacia otro lado cuando Jaume Matas emprendió el camino del penal de Segovia. Ahora le hacen el vacío. Es un alma en pena que pulula por el barrio de Salamanca», afirman fuentes del PP balear .

El final de la cuenta atrás

Será cuestión de días o de semanas pero las flores del entierro de Bauzá ya están encargadas . El PP no tiene más tiempo. Su secretario general, Miquel Vidal, está al frente de la negociación en media docena de pueblos con el PI. No habrá acuerdo con este partido hasta que Bauzá se vaya. Sus líderes Font y Pastor son víctimas de Bauzá. Y el próximo 13 se constituyen los ayuntamientos. No hay tiempo. «Dentro del PP ahora le están empujando sutilmente para que anuncie su adiós definitivo y sin comedias, pero como se ponga farruco le agarrán por la camisa», se afirma en los aledaños del partido.

El tiempo que ha perdido Bauzá anunciando un congreso extraordinario fantasma y yendo a Madrid a pedirle inutilmente a Rajoy que no le deje en ridículo «ha hecho más profundo el pozo en que se encuentra. Ya puede despedirse de ser parlamentario en Madrid o de pintar algo en Balears. El tsunami de la marea verde y su egolatría han acabado con él».