Biel Barceló. | Jaume Morey

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El Govern de izquierdas arranca con una ventaja. Los hoteleros han llegado a la conclusión de que deben aceptar la implatación de la ecotasa. Saben que este impuesto finalista «traerá consigo embellecimientos de zonas costeras, esponjamientos y compra de espacios naturales abiertos a ciudadanos y visitantes». Están expectantes por saber cómo se desarrollará la normativa en el Parlament y cómo se aplicará la tasa-maná. Seguramente expresarán quejas durante los debates. Pero serán más formales que de fondo. «Son conscientes de que Balears necesita inversiones públicas para potenciar la estructura productiva privada».

A nadie se le escapa la lectura política. La ecotasa puede convertir al vicepresidente económico Biel Barceló en el Papá Noël del Govern Balear. Quien ejerza el control directo de las decenas y decenas y decenas de millones que se recaudarán se convertirá en el «Gengis Khan» de este Ejecutivo.Habrá que ver cómo se estructura la ley y que órgano de gestión se articulará, y si en este órgano habrá representantes de todos los partidos y de la sociedad civil. Pero de momento la efígie a la que todos miran es Barceló, ciertamente fuera de su formación, pero también dentro.

Prueba de ello es que su decisión de nombrar secretaria general técnica de Turisme a Irene Moyà, mujer del exalcalde Simonet (PP y luego independiente de Lloseta) ha provocado nervios dentro de Més. Barceló ha tenido que rectificar rápido y dejar sin despacho a la bondadosa Irene, profesional de su extrema confianza. A nadie se le escapa la enorme importancia de este cargo coordinador en una Conselleria, con rango en la práctica de Vicepresidencia, cuando empiece a diluviar oro turístico dentro de un año.

Nervios

La protesta de Alaró prueba que parte del PSM de la Part Forana mira con lupa los nombramientos de Més en el Govern. Hay muchos dados sobre la mesa. El ecomaná no se circunscribirá sólo a Palma. Deberá repartirse por otras localidades del Archipiélago. ¿Pero cuáles? Tener en cuenta por parte de Barceló a su gente esparcida por Mallorca, y que ha batido el cobre por el partido durante lustros, «calmaría la situación ahora que se procede a la distribución de cargos. Repartir con visión de equilibrio político-territorial es fundamental».

Así «mirar sólo la calidad, capacitación técnica y conocimientos idiomáticos de los cargos y no su procedencia, su pasado de servicios al partido, y su defensa de cada municipio no es la manera más pragmática de actuar». Porque al final, serán los superdespachos los que decidirán a donde irá y para qué servirá el dineral de la ecotasa. Y esa inversiones derivarán después en poder y en votos.

Si la financiación de Balears no mejora de manera sustancial (todo indica que Madrid seguirá cicatero gobierne quien gobierne) la ecotasa será la varita mágica. Las decisiones de Barceló «serán vitales». De él dependen las relaciones con el poder económico-turístico, «que sin duda quiere una Vicepresidencia de Turisme mucho más técnica que política, más acorde con su estilo y sus objetivos».