El líder de Ciutadans, Albert Rivera. | Marta Perez

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Comienza a olerse en Balears y en el conjunto de España. El éxito de Ciudadanos en el antiguo cinturón rojo de Barcelona, factor determinante para frenar el proceso independentista, puede tener consecuencias importantes. Pedro Sánchez se ha dado cuenta que compite con Albert Rivera por el mismo espacio electoral. Además, ambas organizaciones son compatibles por su constitucionalismo y por su visión de reforma del Estado. En frente tienen a un caduco y desorientado Mariano Rajoy, que desde las europeas del año pasado va de derrota en derrota y al que su partido no tiene tiempo material para sustituir. Su campaña antisoberanista, yéndose a hacer de llorón ante la Casa Blanca y Bruselas ha acabado de desprestigiarle en Madrid, incluidos los suyos. Su apocalíptica amenaza de echar a los catalanes del sistema solar ha tenido efectos en las urnas...favoreciendo a Rivera.

Por contra, un pacto postelectoral Sánchez-Rivera gusta a los poderes económicos, conscientes de que hay que darle un nuevo colorete a la Constitución y hay que hacer un esfuerzo de modernización de las instituciones. Sánchez y Rivera se complementan: jóvenes, activos, de aura centrista ambos, podrían ser un buen presidente y un buen vicepresidente de cara a la imagen internacional y con capacidad de diálogo para intentar conllevar y reconducir el proceso catalán antes de que se haga endémico, crónico e insoluble.

Mientras, el Podemos de Pablo Iglesias quedarían enclaustrado en sus páramos de la izquierda radical, con mucho poderío de oposición pero tocando poco poder. Este es el diseño que se otea en el horizonte más próximo. En la cúpula del PP de Madrid ya se huelen el batacazo de diciembre pero poco o nada pueden hacer. No tienen tiempo y Mariano ya ni escucha, ni atiende ni casi razona. Parece Carlos V en Yuste, encabezonado en contemplar su propio funeral.

¿Pero qué pasará en Balears? El PSIB de Armengol se entiende cada vez mejor con Més y con el PI, pero muy poco o casi nada con Podemos por un lado y con los Ciudadanos isleños del tristón Pericay por el otro. ¿Cómo podrá asumir este PSIB de evidente sensibilidad nacionalista un hipotético pero cada vez más posible gran acuerdo a nivel hispano entre Pedro y Albert en aras a la nueva España hiperconstitucional, renovada, reformista y superadora de los viejos tiempos?

En las pasadas autonómicas y locales Sánchez pactó con Podemos en casi todas partes. Pero éste no parece ser el camino de después de las generales. A los poderes económicos les produce escalofríos ver a Pablo Iglesias de vicepresidente del Gobierno. Se acercan tiempos de transformación de mentalidades y de cambio generacional porque el PP de Rajoy ya parece una cofradía de Semana Santa subiendo resignadamente una empinada cuesta en pleno Viernes Santo resbalando con la cera derretida de sus ya gastados cirios.

¿Pero no quedará el PSIB de Armengol, con todo su socialismo y su autonomismo varados a contracorriente en los nuevos tiempos que se avecinan? ¿Que será del equilibrio del actual pacto de izquierdas isleño? ¿Que quedará de la antaño sólida base ideológica de los socialistas baleares?