Laura Camargo y Alberto Jarabo en un acto de Podemos. | M. À. Cañellas

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La derogación de la Llei de Símbols fue el tema estrella de la sesión del martes en el Parlament balear. Pero eso fue por la tarde. Durante la mañana el plenario se desarrolló largo e intenso. Y, una vez más, Podemos se ensañó con el socialista Francesc Fernández Terrés, gerente de la empresa pública del Govern que hace las fotos aéreas, por haber estado ligado a una empresa constructora. Tambièn hubo saña reiterada contra la contratación pública de un hijo del vicepresidente socialista del Parlament, Vicenç Thomàs, que soportó la invectiva en un momento en el que presidía la Cámara. Por contra, Podemos calla con Pilar Carbonell, directora general de Turisme a las órdenes de Més y proveniente de la empresa privada del sector, agravio comparativo de Podemos que molesta a los socialistas.

Pero las andanadas de este martes ya no han tenido el efecto de otras ocasiones. Los grupos que conforman el Govern o que le dan parcialmente apoyo han puesto callo. Ven más lavado de asuntos internos que ganas e intención de deteriorar al Executiu con estos navajazos con luz y taquígrafos. En los pasillos del Parlament se comentaba que «Podemos hace supuesta exhibición de trapos sucios externos para tapar sus tensiones internas, que son muy fuertes», comentaba un diputado, que añadía: «Hacen como los malos profesores, que castigan o chillan a los alumnos para liberarse así de la tensión que les produce tener problemas en el claustro con sus compañeros».

Los podemólogos de otras formaciones huelen pelea interna. Concretamente se asegura que las relaciones entre el «líder» Alberto Jarabo y la «lideresa» Laura Camargo no atraviesan por su mejor momento. Jarabo lleva el mando y es obedecido, pero Camargo discute algunas de sus decisiones y, sobre todo, «pugna por ser la número uno al Congreso por Balears en las próximas elecciones». Jarabo no parece del todo convencido «ni acaba de fiarse de ella» y el run-run parlamentario asegura que la monja alférez (es cómo llaman a Camargo) está molesta y quiere elevarse hasta la Carrera de San Jerónimo. Estar a la vera de Pablo Iglesias puede darle mucho poder en Balears. «Muchísimo». Y Jarabo lo sabe.

Lo cierto es que Podemos «es ahora msmo factor de tensión dentro de la izquierda por el desgaste que somete al PSIB». Cuando Jarabo y Camargo se sientan juntos en sus escaños e el Parlament, cincuenta ojos les observan. Miran la cara que pone ella y el rictus que le sale a él. Intuyen la tensión y las desaveniencias, y analizan hasta qué punto eso puede perjudicar al desarrollo de una política de izquierdas en la Comunitat durante esta legislatura.

Hay cuestiones pendientes de una gran importancia, como el nombramiento del director general de IB3, el debate de su modelo de funcionamiento y, a la postre, quién controlará el ente. Tampoco en este aspecto Podemos es monolítico, aunque el que manda es el experto Jarabo. Pero Camargo quiere decir la suya y la situación comienza a ser molesta porque todo acaba en rabietas en contra de Fernández Tarrés o contra Vicenç Thomàs, o contra el director general Juli Fuster porque es el compañero de la consellera de Salut.

Comienza a haber hartazgo por esta situación, y no sólo proveniente del PSIB. Hay malestar porque hacen pagar a otros «sus propias inquinas, ambiciones y frustraciones».