Armengol y Barceló en el Parlement. | Teresa Ayuga

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El Govern Balear arrastra tensiones y se las ve y se las desea para mantener las columnas del Estado del Bienestar intentándolo combinar con más ayudas a los segmentos más marginados mientras se entera de que en Euskadi y Navarra, que tienen capacidad par recaudar los impuestos y luego entregar una parte a Madrid, se quedan anualmente unos 2.500 millones en teoría pertenecientes a las arcas madrileñas. Y el Gobierno central no se queja.

Mientras, el Ministerio de Hacienda reconoce que el déficit fiscal balear supera los mil millones al año aunque los cálculos que se hacen en las Islas prácticamente doblan esta cantidad. Aquí no hay dinero para nada: ni para contentar a médicos y profesores, ni para acabar con la masificación en las aulas, ni para impulsar una política social sólida, ni para terminar ni el Palau de Congressos o el Parc de Sa Riera. La escasez de recursos públicos es hiriente mientras Balears genera mucha riqueza que se va para no volver.

Pero el Gobierno Rajoy dice que los privilegios vascos y navarros están protegidos por la Constitución. Y es cierto. Franco mantuvo los derechos forales de Navarra y Álava, que fueron reconocidos una vez recobrada la libertad. El dictador lo hizo porque se mantuvieron leales a su Movimiento Nacional desde el primer día del Alzamiento. El caso navarro es el más claro, ya que fue la única provincia de aquella España de 1936 que se lévantó en masa a favor del golpe de Estado porque así lo acordaron los jefes carlistas.

Pero Guipúzcoa y Vizcaya fueron castigadas por Franco al haberse puesto al lado de la República y del Gobierno Vasco. Lo que pasó después no hace falta ni comentarlo. En los años 60 se fundó ETA. Más de cuarenta años de terrorismo ahora ya prácticamente extinguido. Madrid aceptó y firmó el concierto económico vasco, que significa la capacidad de recaudar todo tipo de impuestos y aprobar ventajas fiscales para los inversores que quieran radicarse en Euskadi. Toda una concesión por parte de Madrid que tiene el aroma de regalar enormes privilegios a cambio del abandono de las armas.

La crisis económica y las manías recentralizadoras de Rajoy han llevado la tensión a numerosos gobiernos autónomos. Balears es un claro ejemplo. Endeudados por un lado y esquilmados por el otro. Por su parte, los catalanes ya están al borde de la histeria colectiva. Y mientras, el PP de Madrid ya ha dicho que no es partidario de tocar los privilegios vascos y navarros «porque están recogidos en la Constitución». ¿Pero no habíamos quedado que todos los españoles son libres iguales? Sin dinero es muy difícil ser libre. Sin dinero es imposible desarrollar políticas de igualdad serias y dignas de tal nombre.¿Qué hay en Madrid, devoción por la Constitución o miedo a vascos y navarros por lo que pasó años atrás?

Desde la derrota del PP en las elecciones del 24-M, con el cambio de color político en muchas autonomías, las tensiones pueden convertirse en irrespirables a medida que se acercan las generales. En Balears su Govern parece muy callado, pero la tozudez de los hechos, el tener que hacer política con las arcas vacías, tiene un recorrido muy corto. De momento la cosa funciona con acciones sentimentales como la abolición de la Llei de Símbols, que no cuesta ni un céntimo, ¿pero qué pasará si se rompen las costuras y médicos y profesores se indignan más de la cuenta?. ¿Sabrá el Govern balear endosarle el mochuelo del expolio a Madrid y lograr que la sociedad isleña haga piña ante tanta injusticia? Se acerca la hora de protestar airadamente sin distinción de colores políticos o de clases sociales.