Bartomeu Cifre. | Julián Aguirre

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Dentro del PP Balear se habla mucho de Pollença. «La situación del partido en esta localidad es la prueba del tremendo daño que hizo la política dirigista de Bauzá. Será muy difícil recomponer los desmanes que se cometieron», afirma un dirigente del partido.

En Pollença hay tres PP, el tradicional de toda la vida, «que no sabe a qué atenerse y va a la deriva»; los seguidores del exalcalde Bartomeu Cifre, «que se presentaron en una lista independiente ante el acoso al que fue sometido Cifre por el Consolat, y del único concejal que le queda ahora la partido en Pollença, David Alonso.

La carga explosiva en el seno del PP de Pollença se colocó en el Consolat de la mar el pasado marzo. El por entonces alcalde, Tomeu Cifre, que contaba con un notable apoyo popular, fue recibido por el por entonces vicepresidente Antonio Gómez, que le espetó a la cara: «Tú no puedes ser cabeza de lista el 24-M porque estás imputado». Cifre respondió que se trataba de dos imputaciones administrativas por denuncias de particulares por un solar y por un bar que nada tenían que ver con corrupción política. Pero Gómez, que actuaba por orden de Bauzá, se mantuvo fuerte. Como «jurista» le ordenó que renunciase a ser cabeza de lista y le espetó el código ético de José Ramón (diferente al del PP en el resto de España) que dictamina apartamiento del cargo por la menor imputación, sea por la causa que sea.

Cifre, regionalista convencido, adversario de la normativa Bauzá en materia de trilingüismo y de símbolos, vio la jugada. Se dio cuenta de que le daban la patada por motivos ideológicos y que las imputaciones administrativas eran la excusa.

Decidió luchar y organizó una lista independiente que tuvo un notable éxito en los comicios y a punto estuvo de revalidar la alcaldía aunque al final no lo logró.

Bauzá había actuado con mucha dureza. Al contrario de otros pueblos, donde el PP no se presentó donde lo hacía en una lista independiente su alcalde imputado administrativo, en Pollença decidió presentar lista propia, encabezada por el concejal David Alonso, con no mucho arraigo en la localidad ya que vive en Inca, donde está empadronado. Alonso, con escasas fuerzas, presentó una lista en la que tuvo que incluir a su exmujer y a su actual compañera sentimental para cumplimentarla. Tuvo el apoyo de Bel Cerdà, alto cargo de Bauzá en la controvertida Conselleria d'Educació y de su familia, donde hay varios políticos: los Martorell. El PP sólo cosechó un concejal, en un desastre sin palitivos.

El problema es que ahora, una vez pasado el mal trago electoral, el PP de Pollença está troceado tan haberse enfrentado entre sí en unas elecciones. Es un caso único en Mallorca. El actual presidente regional, Miquel Vidal, quiere recuperar a Cifre a su nutrido grupo y asus votantes. ¿Pero cómo hacerlo, después de tanto navajeo y tanta sangría electoral? Vidal dijo en la convención popular del pasado sábado: Hemos de volver a ser lo que fuimos. Por eso están podando el código ético de Bauzá, en nombre del cual «se hicieron tantos desmanes», dice un dirigente del PP. En teoría, el rasurado definitivo a este código no se puede hacer hasta el próximo congreso. En realidad, en la actualidad ya es papel mojado.

Los acercamientos a Cifre son un hecho, pero tampoco pueden hacerle un feo a los restos del naufragio joseramoniano en Pollença, comenzando por un David Alonso que se ha quedado fuera de órbita como un satélite sin batería.

Y eso que Pollença es sólo un ejemplo. Aunque no tan evidentes, las heridas de diferente tipo se esparcen y sangran dentro del PP por todas las Balears. Y tras las generales el congreso se acercará implacable. Será la próxima primavera, con las heridas sin cicatrizar.