Iñaki Urdangarin. | Jaume Morey

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Han corrido ríos de tinta sobre el caso Nóos, pero muy poca sobre la génesis del escándalo, sobre la decisión del Govern Antich de enviar a Fiscalía Anticorrupción a partir de finales del 2007 de toda la documentación de que se disponía en el Executiu, comenzando por la Consellera d'Economia, relativa a la anterior etapa Matas. Allí aparecía Nóos. Todos sabían de antemano que se trataba de un tinglado de Urdangarin destinado a conseguir fondos, seguramente para su palacete de Barcelona y para mantener a todo tren a su familia.

Cuando por decisión política los altos dirigentes del PSIB decidieron poner el asunto en manos de los fiscales no sabían que acabaría teniendo tanta trascendencia. Decidieron enviar el pastel Urdangarín-Cristina a la Justicia porque iba incluido en un amplio lote de denuncias por las irregularidades detectadas cuando asumieron el Govern. Aquellos documentos se convirtieron con el tiempo en la ristra de escándalos, detenciones y encarcelamientos que determinaron la legislatura 2007-2011. Fue decisión política del partido socialista de entonces enviar tantísima documentación a Horrach y Subirán. Allí empezaron a estallar los petardos uno tras otro. El titular d'Economia era el profesor Carles Manera. No se daba ningún paso adelante sin consultarlo en el Consolat con el president Antich. El partido estaba informado. La actual presidenta, Francina Armengol, encabezaba entonces el Consell de Mallorca.

No ha habido ninguna casualidad en lo que a partir de este lunes se convertirá en el macrojuicio del siglo en el Polígono de Son Russinyol. Ls socialistas sabían perfectamente lo que era Nóos cuando enviaron los documentos. Nada se ha producido por casualidad. El delegado del Gobierno, con las fuerzas de seguridad a sus órdenes, era por entonces Ramon Socías, elegido recientemente diputado. En Madrid el presidente era Zapatero y su mano derecha Alfredo Pérez Rubalcaba. Ahí empezó todo.

Es más, cuando Matas era president y se produjo el envío de dinero público a la organización de Urdangarin ya hubo preguntas insidiosas de diputados socialistas a Matas en el Parlament Balear. Eran los tiempos en que Antonio Diéguez inquiría al president sobre el palacete que se había comprado en la calle Sant Feliu. Las aguas empezaban a estar muy removidas. Matas seguía adelante porque jamás pensó que podría perder las elecciones del 2007. Le faltó un puñado de votos para conseguir la mayoría absoluta, pero no lo logró.

Al formarse el Govern de Progrés comenzó a hablarse mucho de los esfuerzos que realizó Urdangarin unos años antes para acercarse y hacerse amigo de Matas. En la suelta de tortugas de Cabrera del año 2004, Urdangarin acudió al evento y testigos de la conversación comentaron más tarde que Urdangarin halagaba al flamante inquilino del Consolat y le decía: «¡Por fin tenemos un presidente de verdad! Era Urdangarin el que perseguía a Matas a la par que montaba Nóos».

Hay mucha expectación por saber qué declarará Matas en el juicio. Ya ha dicho públicamente que cuando Iñaki le pidió un dineral para organizar un evento, Matas no dudó en dárselo. Creyó que su decisión era una razón de Estado, más allá de lo que pueda decir o no el Código Penal porque se trataba del yerno del Rey. Matas pensó que su actitud era de obediencia debida, por mucho que con Antich en el poder Urdangarin no tenía ninguna posibilidad de rascarle cientos de miles de euros. «Con Antich lo máximo que hubiera rascado del Consolat habría sido una bolsa de caramelos, y gracias».

En todo caso, la cuestión de fondo era el palacete para la hija del Rey. Para conseguirlo Urdangarin se dejó los pantalones en Nóos. Todo giraba en torno al bienestar de Cristina. Y por ella se sacrificaron los demás.