Alberto Jarabo, Biel Barceló y Francina Armengol. | Pere Bota

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Cada vez está más claro que el pulso que mantienen Més y Podemos sobre hacia donde se debe destinar el dinero recaudado por la ecotasa es un tira y afloja político de primer orden sobre la hegemonía a la izquierda del PSOE. Para entenderlo hay que analizar las pasadas elecciones generales del 20-D. Podemos obtuvo dos diputados y Més se quedó fuera del Congreso. El PP fue la primera fuerza con tres. Pero si Podemos y Més hubieran ido juntos, en una alianza semejante a la de Galicia, Catalunya o el Pais Valencià, esta convergencia hubiera sido la primera fuerza en Balears. Podemos, con Alberto Jarabo al frente, no ha perdonado a las gentes de Biel Barceló que quisieran ir por su cuenta.

La coalición Més quedó, unos meses antes, entusiasmada por los resultados obtenidos en las autonómicas (nueve diputados). Creyeron que en las generales sacarían representación, pero no fue así. Antoni Verger ha hecho las maletas. Ahora Podemos les pasa factura porque la división ha supuesto que en el Archipiélago no se haya producido en la misma dimensión el fenómeno del impresionante avance de la izquierda alternativa al PSOE en las comunidades periférica bilingües, incluidas Euskadi y Navarra.

Y llegó la ecotasa. Més controla las Consellerias-santuario: Turisme y Medi Ambient, y tiene la oportunidad de recaudar para que estos dos departamentos reinviertan el impuesto finalista. Un auténtico pastizal, un festival de millones para lucirse, con la mirada ya puesta en las autonómicas del 2019. Pero Podemos se ha encastillado. Les ha dicho a los de Més que una porción más que notable de la recaudación debe ir a los Consells y a los Ayuntamientos. Si la formación de Jarabo lo logra, será la primera vez que la institución que pone en marcha un impuesto no puede disponer del grueso de los ingresos. Barceló y sus escuderos habrán currado como posesos para que se beneficien otros.

Pero Jarabo lo tiene claro. Quiere un veinte por ciento de la recaudación para el Consell de Eivissa...y reparto para las otras islas. La explicación es que la Pitiusa mayor necesita mucho dinero en materia de servicios sociales, «allí están mucho peor que en Mallorca par para poder ayudar a los más necesitados». Sin embargo, en materia social Mallorca no está para tirar cohetes. Una reciente encuesta encargada por el Consell demuestra que el único departamento insular que suspende es precisamente Benestar Social...gestionado por Margalida Puigserver, curiosamente de Més.

El problema que tiene Biel Barceló es de película de romanos contra gladiadores y música sinfónica, no lo puede vencer ni con ración doble de pastillas Emicraneal. Por un lado negocia con los hoteleros, que le aceptarían pagar (al menos la mayoría) a cambio de que el Govern se gaste los dineros ecotásicos en inversiones turísticas, beneficiando al sector de manera palpable y visible. Pero por el otro lado Podemos clava el tridente allí donde más escuece: la descentralización con la mirada puesta en los segmentos más desvalidos de la sociedad balear.

Barceló tendrá que hacer encajes de bolillos para salvar los muebles. Y precisamente ahora que la cosa se le ponía bien. Los hoteleros ya no son adversarios acérrimos del nuevo impuesto y, encima, el PP ya ha presentado su proyecto de ecotasa con algún punto envenenado, como es pasar la palangana a los visitantes que alquilan pisos y fincas de particulares (en parte electorado pesemero), pero aceptando por fin el controvertido impuesto sin hacer batalla frontal como hace varios lustros, en los fratricidas tiempos de Matas.

¿Pero cómo podrá convencer Barceló a Jarabo? ¿Como hacerle ver que la ecotasa debe situarse por encima de un pleito sobre la hegemonía en el seno de la izquierda más allá del PSOE? Y a su vez, ¿cómo actuará Francina Armengol? Porque el objetivo final de Podemos mirando al 2019 es meterse a Més en el zurrón y, en concordancia con este supuesto, hacerle el sorpasso al PSIB-PSOE. Desde esta perspectiva, la ecotasa se ha convertido en una patata ardiente y asfixiante. Para Podemos, en cuya cúpula hay leninistas clásicos e instruidos, se ha convertido la ecotasa en un trampolín hacia el poder desde la paciencia de saber esperar el momento en que sean fuertes de verdad. Pero para eso han de juguetear con Més hasta lograr integrarlos en su proyecto.