Teresa Palmer. | Joan Torres

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Jamás se había vivido tal apatía y tanto ronquido en tiempos de nervio y decisión. Las diferentes corrientes del PP en Mallorca están en fase soñolienta, como osos hibernado, cuando falta menos de un mes para las generales. Sean rodriguistas, regionalistas o gentes de Palma que intentan convertirse en vanguardia de una nueva dinámica interna, parece que todos desayunan valeriana con Lexatín. La sede parece un solitario convento dominado por el voto de silencio. Van los que no tienen otro remedio, algunos a echar una cabezada. No despierta pasiones la candidata Teresa Palmer, digitada por Madrid con la anuencia del siempre complaciente Miquel Vidal. No lo dirán en público, pero a las diferentes corrientes les ha sentado como un supositorio su designación, No olvidan cómo se presentó en el último segundo, cómo la designó Génova al día siguiente tras consultar sólo con Vidal, y cómo era «una perfecta desconocida en el partido, para el que jamás ha trabajado». Y han empezado las habladurías. Jamás la han visto ensobrando cuando se acercaban las urnas, ni partiéndose el alma para lograr votos. La ven distante y fría, lejana y altiva. «Es de las que jamás harán un favor a nadie y hay que rellenar una instancia por triplicado para poder hablar con ella».
Diferentes sectores peperos, de los que tienen callos en todo el cuerpo de trabajar por el partido, han comenzado a lanzar rumores. Recuerdan las autonómicas del 2011, con todo el PP volcado para alcanzar la mayoría absoluta. Resulta que designaron a Teresa, por entonces «una perfecta desconocida», para actuar de apoderada en el colegio situado en el Club de Tenis, muy cerca de las calles Andrea Doria y Rosselló Pórcel, en la zona de la Plaça del Pont. Pero «tuvimos que llamarla para que viniese. No se había presentado a la hora convenida». Así está el ambiente...
Miquel Vidal quiere motivar a Teresa y animar el cotarro. Este domingo la candidata acude a la Fira de Manacor a regalar saludos callejeros y a estrechar manos. El próximo miércoles se hará la presentación oficial de candidatos y Vidal está dispuesto a generar todo el ambientillo posible. Pero necesitaría miles de cubos de agua helada para combatir la actual vaguitis popular. No hay ganas de trabajar. Y sin maquinaria, sin infantería que movilice hasta a las hormigas, incluido el día de las elecciones para llamar a todo quisqui a votar, no hay manera de sacar un buen resultado.
De momento sólo algunos grupos de Palma se mantienen activos...a la espera de acontecimientos. Esta semana unos 25 se reunieron en el Bar Marítimo. Estaban, entre otros, Tito Fiol, Sebastià Barceló, José Luis Haro, Aina Aguiló y también gente llegada de Llucmajor. Hubo comentarios sarcásticos dedicados al secretario general, Andreu Ferrer, que fue uno de los espontáneos que se presentaron a cabeza de lista al Congreso en el último segundo. «Si Madrid ha pasado de él siendo quien es, debería presentar la dimisión de manera inmediata».
Mientras, Vidal y su entorno preparan una campaña que se anuncia siberiana. Parece seguro que vendrán Soraya y Cospedal. También hay intentos para traer a Cristina Cifuentes. Pero quien no ha confirmado es Mariano Rajoy. Tal vez no venga. Aún se recuerda su mitin en el Parc de la Mar en la anterior campaña al que acudió poquísima gente. Además, entre la militancia de base del PP, la que se rompió el espinazo trabajando en pasadas elecciones, hay una cierta decepción con Rajoy, que hace unos días presidió en Palma el encuentro con sus portavoces parlamentarios. Luego se ofreció un sabroso refrigerio al presidente en el Bar Varadero del Paseo Marítimo. Pero la orden de los lugartenientes del presidente fue tajante: «Sólo podrán acudir altos cargos». Eso tampoco ha gustado entre las bases, hartas de altiveces y huérfanas de cariño.