José María Rodríguez. | Joan Torres

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El antiguo rodriguismo y los regionalistas están muy distanciados, pero coinciden en una evidencia: José María Rodríguez Barberá sigue siendo militante del PP a todos los efectos. Para dejar de serlo, el presidente Vidal o el secretario general Sagreras deberían firmar o bien su baja o bien su suspensión cautelar de militancia. Tal extremo no se ha producido. Tampoco el Comité de Derechos y Garantías ha debatido el asunto, entre otras razones debido a que «Rodríguez está de momento protegido por el Código Ético de nuestro partido».

Una palabra mantiene en estos momentos a Rodríguez en el PP, el partido de toda su vida. Es la palabra «firmes». El Código explica que cuando a un afiliado los jueces le aplican medidas cautelares se le suspende automáticamente de militancia. Es el caso del tigre de Daia Nova. Pero este Código explica que han de ser medidas «firmes». Y en su caso no lo son. Rodríguez «fue superlisto» y presentó recurso ante el juez prácticamente al día siguiente de que le prohibiese acercarse a algunas dependencias municipales tras estallar el escándalo de la Policía Local.

Hasta que el juez no resuelva el recurso, «jurídicamente» Rodríguez sigue siendo miembro del PP. Ya se sabe que «poíticamente y para clarificar el panorama» nadie se atreve a pedirle el carnet «por las buenas». La solución más «elegante» sería que el president Vidal y la presidenta de la gestora de Palma, Marga Durán, le invitasen a tomar un café con leche y le «rogasen» que abandone voluntariamente el PP. Pero son conscientes de que «ni Angel Cristo con un látigo en cada mano» se atrevería a ejercer de domador en la jaula de José María. Por descontado que también la presidenta del Comité de Garantías, Núria Riera, se limita a esperar órdenes y no moverá un dedo por su cuenta.

Tienen que aguardar a la decisión del juez y luego estampar su firma de suspensión de militancia o de expulsión, ya con todo el aval del Código Ético. Mientras, «han de soportar el chaparrón como puedan, cara alta y a verlas venir» porque el escándalo judicial no hace otra cosa que crecer. Más duro será el asunto de Álvaro Gijón ya que es diputado y está aforado. «Si con José María, que al fin y al cabo es ahora un militante de base no hay narices de arreglar el asunto, con Gijón puede ser mucho peor», se reconoce en el partido.

No obstante, el regionalismo, que ahora con Vidal y Sagreras controlan la cúpula, sigue movilizado y trabajando para ganar el congreso regional, que es muy posible que se celebre la próxima primavera. No dan puntada sin hilo y ya se escuchan voces que proponen a Miquel Ramis como próximo ministro de Turismo. Así lo harán llegar a Madrid. No les ha hecho ninguna gracia que suene el nombre de Bauzá para este cargo de relumbrón y han reaccionado rápido. «Ramis ya estuvo a punto hace años de ser secretario de Estado de Turismo y conoce el sector mucho mejor que Bauzá», afirman fuentes regionalistas. El nombramiento de Ramis «supondría dar un gran espaldarazo al PP Balear por parte de Rajoy. Miquel es muy conocido en Madrid por su condición de parlamentario y ha trabajado en el sector. ¿Quién mejor que él para aspirar al cargo?».