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Los actos de conmemoración del 700 aniversario de la muerte de Ramon Llull, presididos por Sebastià Taltavull y el abad de Montserrat, Josep Maria Soler, revistieron este viernes una significación especial con la procesión del traslado de las reliquias del beato desde la basílica de Sant Francesc a la Seu, a la espera del gran acto de este sábado, en el que participarán numerosos obispos, entre ellos Murgui y Salinas, antiguos responsables de la Diócesis, y el cardenal Amato.

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Fieles y lulistas se dieron cita en Sant Francesc para celebrar el ofici de vespres, cánticos y una homilía pronunciada por el obispo administrador de la Diócesis de Mallorca, Sebastià Taltavull, el cual hizo un elogio a la «humildad» y la «sabiduría» de Llull, a su desprecio por las vanidades humanas «incluso en el vestido» y la conversión de esta sencillez en inteligencia y en conocimiento de la naturaleza humana.

Tras los cánticos, una decena de franciscanos llevaron a hombros la arqueta de madera que contienen las reliquias de Ramon Llull hasta la puerta de la basílica. Allí fueron relevados por representantes de todas las cofradías de Palma que fueron turnándose hasta la Catedral. Abrían la procesión los Tamborers de la Sala y la cerraba la banda de música del Camp Redó, al son del Himno Eucarístico. Los franciscanos, numerosos sacerdotes y un centenar largo de fieles compusieron la procesión, que destacó por su austeridad, sencillez y dignidad. A ellos se unieron ciudadanos que esperaron para ver pasar la comitiva la arqueta fue depositada al pie del altar de la Seu, donde fue venerada por los fieles.