Juan Pedro Yllanes. | Javier Coll Javier Coll

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A Alberto Jarabo le tocó el Gordo de Navidad el día que decidió proponerle al por entonces magistrado Juan Pedro Yllanes que encabezase la lista de Podemos en Balears. Como ya preveían algunos, no ha tardado en liarla. Y gorda. No ha tenido otra idea que denunciar en las redes a Juan Carlos Monedero porque en una discusión le espetó «cuidadito con lo que dices».

Yllanes, penalista él, interpretó una disputa política con una «intimidación» tipificada y castigada en nuestro máximo texto punitivo.El ahora diputado balear demostró que no tiene sentido de la proporción. Y encima lo propagó en las redes como si fuese un adolescente jugando con un móvil. Ha armando una jarana de proporciones bíblicas. Sin darse cuenta, activó una bomba en pleno proceso interno podemita. Y encima provocando a Monedero, auténtico cerebro gris de la organización. Ya lo saben todas las corrientes podemitas: Yllanes actuó como un irresponsable.

¡Que ha debido pensar Monedero, este politólogo marxista madrileño, al ver cómo toca la guitarra del infantilismo de este ye-yé venido de Mallorca!

Yllanes es un espectador de telediarios en ratos libres de pantuflas y batín, no un político. No tiene ninguna experiencia de partido. No sabe dimensionar, ni tiene pajolera idea de análisis concreto de la realidad concreta desde una perspectiva de devenir colectivo conforme a una ideología determinada. Ni puñetera idea.

Confundir una discrepancia interna con el Código Penal es vivir en el limbo con un tazón de Cola-Cao en la mano. Yllanes no se comporta como un representante del pueblo. Vive encerrado dentro de sí mismo mirándose al espejo.

Ya la lió parda el pasado junio en Palma. Pablo Iglesias e Irene Montero vinieron a dar un mitin en la campaña del 26-J en el Parc de sa Riera. Al acabar el encuentro podemita, Yllanes no tuvo otra idea que llevarse a los líderes anticasta a degustar caldereta de langosta a un restaurante exclusivo del Portitxol. Yllanes hizo estallar el cachondeo en el restaurante. La «casta» que allí cenaba no tardó ni un minuto es enviar fotos y comentarios por media Mallorca. Fue él quien provocó la metedura de pezuña de Iglesias, que ni sabía dónde está el Portitxol, ni lo que se le venía encima por ejercer de casta justo después de predicar igualdad en plena campaña electoral.

Y en Madrid, Yllanes ya se ha dado a conocer. Muchos le sitúan en el ala de Ïñigo Errejón, es decir, contra Pablo Iglesias, cuando fue el pablista Alberto Jarabo el que le metió en política. Pero los podemitas mallorquines más próximos a Errejón, articulados en torno al Manifest de Sineu, no tienen noticias directas de Yllanes, porque en realidad, va a su bola. Ahí está la clave.

Dese todas las ópticas comienzan a darse cuenta que Yllanes va a lo que salga. Ya es un secreto a voces dentro de Podemos que está demostrando una alarmante falta de capacidad política, que es un naïf de tomo y lomo.

Y eso es lo último que necesita ahora Jarabo en sus filas. Asfixiado por el espectáculo Xelo Huertas, el secretario general tiene que soportar torpeza tras torpeza. En Madrid ya han calado a Yllanes. Y en Mallorca al Consolat de la Mar le cae la cara de vergüenza con el intento de cargarse a la presidenta del Parlament en pleno debate de los presupuestos. Francina y su tropa tienen que tragar, pero conscientes de que esta legislatura se está desarrollando de mala manera después de tantas expectativas despertadas y tanta ilusión que se está convirtiendo en amargura.
Las torpezas podemitas las acabará pagando toda la izquierda.