Imagen del fogueró de los socialistas de Manacor. | manacormanacor.com

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La vida da unas vueltas enormes e inesperadas. Si alguien hubiera dicho hace treinta años que el PSOE de Manacor quemaría en un fogueró la imagen de Felipe González le habrían tomado por loco. Pero este auto manacorí de fe en sus principios por encima de las personas que idolatraron en otros tiempos es el exacto reflejo del drama interno que vive la militancia de base socialista.

Y no sólo en Mallorca. En toda España hay gente del PSOE con la moral por los suelos. De pronto, han visto como un golpe de mano acabada con su secretario general en el momento cumbre en que estaba cortando el paso a Rajoy y se abría la posibilidad de un Gobierno de izquierdas con el apoyo nacionalista.
Pero no fue así. Bastó que González pusiera la zancadilla y lanzase a su fierecilla domada Susana Díaz para que en Ferraz se produjese un capítulo trágico para la historia socialista: el ninguneo de su secretario general, forzarlo a dimitir y permitir un nuevo Gobierno del jefe de Bárcenas.
No es el avance de Podemos lo que deprime a los socialistas de base. Lo que les duele es darse cuenta de que a la hora de la verdad no pintan casi nada en las decisiones de cúpula de su partido. Creían militar en una organización de concepción horizontal e igualitaria y de pronto se han dado cuenta que las decisiones de verdad las toman elementos externos a la dirección del partido pero imbricados o conectados con los grandes consejos de administración de España, como es el caso de Felipe González, quien incluso se atreviò a afirmar: «Pedro Sánchez me engañó cuando me dijo que no pactaría con nacionalsitas». ¿Quién es el para proclamar con suficiencia que el secretario general le habia engañado? Su deber como veterano era ayudarle y no zancadillearle sin miramientos ante las cámaras.
La militancia está deshecha. ¿Cómo es posible que González, que dejó el liderazgo hace veinte años, tenga más poder que el primer espada, nombrado en un proceso de primarias?
No es extraño que hubiese fogueró político en Manacor. Ni tampoco que los actuales dirigentes del PSIB se lo hayan tomado con distancia e ironía. Todos están muy heridos. El PSOE se está dando cuenta de que es una finca privada de González y Rubalcaba, que son los que mandan y ya ni siquiera se esconden.
Lo peor para el PSOE, para los socialistas de corazón y en muchos casos de tradición familiar que lo componen, no es el sorpasso que les pueda hacer Podemos. Eso es un accidente coyuntural y superable para una gente que ha aprendido de sus mayores cómo se soportan cuarenta años de dictadura y de humillaciones.
Lo peor para las bases socialistas es que los que consideraban sus tótems les traten como a corderitos a los cuales se maneja con cuatro ladradas. Lo que les duele es sentirse figurantes sin peso y no protagonistas del actual proceso político, como creían ser. Contra Franco sufrían, pero al menos sentían que nadie se mofaba de su dignidad. Eran derrotados erguidos y orgullosos.
Pero ahora Felipe González les ha tratado como a botarates a los cuales se maneja como a muñecos de feria. Como a niños que lloran cuando les lavan.Ese es el drama de las bases PSIB y del PSOE en general: alguien les ha demostrado ante sus narices y con desprecio que no pintan nada y son simples floreros en las grandes decisiones del Estado. Por eso han encendido el fuego del olvido hacia quien les desprecia, les ignora y les convierte en pigmeos.