Jaume Bauçà. | Jaume Morey

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A las puertas del congreso nacional en la Caja Mágica de Madrid, está a punto de abrirse la línea de salida de las diferentes candidaturas a la presidencia regional balear. Miquel Vidal, siempre en su puesto, trabaja para conseguir «una única candidatura. Y se mueve discretamente más de lo que muchos piensan dentro del PP. Este lunes se llevó a comer a los aledaños de la Plaça de Santa Eulàlia a los dos aspirantes mejor posicionados, Biel Company y Jaume Bauçà. También estaba el secretario general, Sebastià Sagreras «Peixet». Pero no salió fumata blanca del encuentro. Al menos eso es lo que asegura Bauçà, firme partidario de la candidatura única y de la democracia interna dentro del partido, pero que, según dice él, no mostró gestos de acercamiento a Company. Mientras, Biel le trató con extrema delicadeza, como si fuese un postre de nata con fresas. El santjoaner está convencido de que acabará integrándolo si sabe moverse con habilidad y paciencia.

Vidal estuvo en plan conciliador, con su consabido estilo cardenalicio, pidiendo concordia para que el congreso no se convierta en una pelea de tres pares de narices, teniendo en cuenta que por el otro extremo se mueve «con más piernas que cabeza» José Ramón Bauzá, cada vez más enfadado por las resistencias que encuentra a su candidatura dentro del partido. Y «sin menospreciar» la tarea de base que está haciendo Aina Aguiló, que le está comiendo no pocos partidarios y partidarias a José Ramón.

En este contexto, Vidal se llevó a Company y a Bauçà a compartir mesa y confesiones. El president en funciones (que maneja muchos más hilos de lo que el común de los mortales cree) apuntó a este entendimiento, primer y más lógico paso para reordenar el proceso interno. Pero Bauçà se hizo el remolón, el mírame-y-no-me-toques. Estuvo culebrino y misterioso desde los entrantes al postre. Company quería hacerse el enamoradizo político para hacerle bailar a Jaume la danza de los siete velos, con «Peixet» tocando el violín. Pero se encontró con con un Bauçà impenetrable que se presentó en el restaurante con una armadura de dos dedos de grosor. En algún momento no se sabía si tenía cogido el tenedor por el mango o por las puntas.

Incluso este miércoles Bauçà ha llegado a comentar: «Si nos apuran, ahora mismo estamos un poco más cerca de José Ramón que de Biel». Naturalmente, se trata de un movimiento táctico, engañoso y a la par sabroso, de bistec a la plancha quemado por fuera y sangriento por dentro.

En la práctica, al que ven todos planchado y salpimentado es a José Ramón. Pero en política hay cartas que no se pueden mostrar hasta el último minuto. El grupo de Bauçà y Martínez busca posicionarse para que, pase lo que pase en marzo, la nueva cúpula tenga que contar con ellos. De momento no enseñan ni los pelos de las orejas. Hacen valer su parcela. Esperará hasta el último suspiro antes de definirse. Naturalmente, hay puentes tendidos a través de escalones intermedios. Pero el manejo de los 'tempos' es clave. Company no puede cantar victoria, al menos de momento.