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La conmemoración del 34 aniversario del Estatut en el Parlament tuvo un protagonista indiscutible, su nuevo y flamante president, Baltasar Picornell (Podemos). Fue su salto al estrellato.

Balti fue consciente en todo momento de que sería el centro de todas las miradas. Se presentó vestido de súper pijo. A saber: zapatillas de deporte negriblancas marca Converse; vaqueros negros marca Levis Strauss; camisa deportiva colgando por fuera de los pantalones y corbata color morado. Iba de supermoda. Destacaba su pelo estilo Jesucristo-en-el-Jordán, limpísimo y cuidadísimo, ligeramente recogido en la espalda con un engarce. Balti destacaba sobremanera por encima de la la legión de resignados encorbatados de casi todos los partidos (menos Podemos), instituciones y organismos. Parecía un señor rodeado de sus empleados y sirvientes. Una señora allí presente llegó a decir: «Balti va tan perfecto que parece Conchita Wurst en el festival de Eurovisión». Todo un puntazo.

Al terminar el discurso, Picornell intentó quitar hierro al enorme éxito de su atuendo. «En realidad Levis y Converse son mis marcas de toda la vida, y la corbata ya la tenía para ir a las primeras comuniones, aunque reconozco que hoy la estreno en el Parlament», afirmó el antiguo trabajador de Talleres Metálicos Ibáñez de Felanitx, transformado desde hace dos semanas en la segunda autoridad de las Balears. Balti imponía. Hasta el comandante general, Juan Cifuentes, pegó el taconazo de rigor al saludarle. También el obispo Taltavull corrió a darle la mano. Las formas y la educación ante todo.

Donde había un ´tenue de recochineo era entre personal próximo a Delegación del Gobierno, ya que ya le han remitido el escrito oficial donde se le endosa la multa de 601 euros por los hechos del Correbou de Fornalutx por resistencia pasiva a la autoridad. La documentación no se ha remitido al Parlament, sino directamente al domicilio particular de Picornell en Cas Concos. La delegada Maria Salom estuvo en su sitio en todo momento, muy cerca de Picornell durante el acto. Sabía que encarnaba el respeto institucional.

El contrapunto al salto al estrellato de Balti lo componían la expresidenta purgada, Xelo Huertas, y su compañera Montse Seijas, que aguantaron el tipo y la dignidad pese al calvario sufrido en los meses pasados. Montse comentó que «por fin nos han dado un despachito, pero es tan pequeño que sólo contiene dos mesitas, un teléfono y no tiene ordenador. Como miembros del Grupo Mixto reclamamos un trato más digno». Ambas purgadas expodemitas continúan ocupando escaño en el ala extrema derecha de la Cámara, detrás del PP, en un lugar ya conocido como el Valle de los Caídos. El Pacte no quiere que Xelo y Montse se sienten en la zona izquierda del Parlament. Les niegan la ubicación ideológica. No las pueden ver ni en pintura.

Entre los invitados había representantes de todo el espectro social, incluidos muchos docentes y representantes de entidades de ayuda a los más desfavorecidos. El estilo 'social' de Podemos se ha impuesto. También por primera vez se invitó a destacados representantes de la Masonería. Acudió, entre otros, el mallorquín José Antonio de Haro, ministro de la Gran Logia de España y gran inspector de relaciones institucionales. No había lugar a dudas: Haro lucía una corbata donde eran visibles el compás y la regla, símbolo de su hermandad. Comentó que «es una gran satisfacción venir aquí porque, aunque mucha gente no lo sabe, entre los frescos del Parlament hay un símbolo masónico: una estatua de la libertad».

De entre las siempre revueltas aguas del PP acudieron numerosos representantes, destacando los dos candidatos a presidir el partido, Biel Company y José Ramón Bauzá. Ni se miraron, ni se saludaron. Se dieron cogote toda la santa mañana. Se ignoran como los protagonistas de «Duelo en OK Corral». Pero un detalle no pasó desapercibido: Company recibía muchos más saludos que Bauzá entre sus correligionarios.

Tras el discurso de Balti el encuentro se disolvió poco a poco. Sus palabras no pasarán la historia. Fue una intervención de marcado carácter social, pero flojucha, sin alma ni espíritu combativo. Acabó con un «Visca Formentera! Visca Menorca! Visca Eivissa i Visca Mallorca!» que nadie coreó. Aunque todos aplaudieron a la nueva estrella del Primer de Març.