La presidenta de las Islas Baleares, Francina Armengol, durante una intervención en el pleno del Parlament. | CATI CLADERA

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«Si a Rajoy le da por disolver Cortes y convocar elecciones este año nos va a pillar en calzoncillos pase lo que pase en nuestras primarias de mayo», afirman dirigentes del PSIB. No dudan en asegurar que «ahora mismo nadie acierta a ver la solución. Pedro está seguro de que ganará con el apoyo de las bases, pero, de ser así, el aparato puede agrietarse a niveles casi irrecuperables», aseguran, convencidos de que «Susana Díaz acabará por presentarse porque ha embarcado a demasiada gente en esta travesía y ahora no puede hacer de Capitana Araña».

Francina Armengol y sus leales se opusieron con contundencia al golpe de Estado de octubre contra Pedro Sánchez. Quedaron en una posición delicada porque todo indicaba que Susana Díaz y su tropa sudista amparada por Felipe González se harían con el control del partido. Por eso los dirigentes socialistas baleares corrieron a ritmo de galgo y vieron el cielo abierto cuando Patxi López anunció su candidatura a secretario general. Fue su tabla de salvación. Una candidatura de «equilibrio, unidad y pacto» que les servía para salvar la cara.

Pero las cosas han ido mal desde entonces. Las bases se van con Sánchez, incluso en Balears, donde una plataforma ya agrupa a más de 400 afiliados. En el PSIB creyeron que la gestora presidida por el asturiano Javier Fernández tomaría las riendas del partido mientras la estrella de Sánchez se iría desvaneciendo de manera irremisible. Pero ha ocurrido todo lo contrario. El frío Fernández ya no tiene autoridad moral ni en el PSOE de su región y la gestora se ha convertido en una entelequia. Y ya nadie se cree a Felipe.

«Todo el tiempo que querían ganar Sánchez y Susana dilatando el Congreso durante casi medio año se ha vuelto en su contra». Eso también influye en la «insoportable» deriva del Grupo Parlamentario en el Congreso. De hecho, Podemos «e incluso Ciudadanos» se han convertido en la auténtica y real oposición a Rajoy, «no el PSOE, que parece un pato despistado. Y eso es un desastre».

En este contexto tan depresivo, a las mentes pensantes del PSIB se les ha ocurrido una solución: «Un pacto Patxi-Pedro: que López sea el secretario general y Sánchez el candidato a la presidencia del Gobierno». Pero tal apuesta no cuaja ni espolvoreada con canela. «Pedro Sánchez va a por todas, no se rebaja», no parece dispuesto aceptar esta componenda. «Juega a todo o nada porque se siente imbatible». Y en el otro extremo, a Susana le entra urticaria de pensar que Pedro Sánchez será el candidato. Urticaria...y miedo por haber lanzado a su tropa al ruedo de un golpe de mano impopular y estéril.

La única solución parece ser unas primarias abiertas (en esta caso a tumba abierta), con muchos heridos y temblor interno. En Balears el puñado de aparatichi de Francina están con Patxi López, pero cada vez hay más base sanchista. A su vez, algunos reductos residuales del calvismo parecen apostar por Susana Díaz, «aunque sólo sea por hacer la puñeta». Con este panorama, «lo mejor es verlas venir y articular movimientos de último momento. No hay peligro de rupturas serias en Balears. Todo lo contrario. El poder une».

En este ambiente, los socialistas se preparan para hacer frente a sus horas más difíciles desde al década de los setenta. Pero a diferencia de aquella época, cuando competían con un partido comunista de insuficiente apoyo electoral, ahora han de enfrentarse a un potente Podemos que cuenta con sorprendentes apoyos en Madrid. Muchos poderosos disfrutan ante la perspectiva de una izquierda partida y peleada.

Éste el panorama a poco más de dos meses de las elecciones primarias. En el PSIB hablan de «marronazo». Y de los gordos...El PSOE se juega dejar de ser el primer partido de la izquierda. Llevan siéndolo, en democracia. desde principios del siglo XX, cuando obtuvieron su primer escaño en el Congreso, Lo logró Pablo Iglesias, su fundador. Ahora, si no reaccionan, el viento de la Historia mira hacia otro Pablo Iglesias.