Las fuertes precipitaciones han causado caos circulatorio en varias zonas de la capital balear. | Y. Bauzá / T. Jaume / A. Mateos

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Una tromba de agua trajo un colapso circulatorio monumental, que convirtió este viernes las principales calles de la capital en una auténtica ratonera, con vías anegadas y semáforos averiados.

La tormenta había sido anunciada por los servicios de emergencia y ya por la mañana, antes de que descargara con fuerza, se notaba una afluencia inusual de personas en Palma. Los cruceros que habían llegado al puerto, con miles de turistas, y los veraneantes que habían decidido ir de compras debido al mal tiempo convirtieron Ciutat en una marea humana. Ya en esos momentos era muy complicado circular por el centro y los principales aparcamientos públicos estaban saturados. Estacionar fuera, en la calle, era casi un milagro. Lo peor, empero, estaba por llegar.

A partir de las 13.00 horas, los nubarrones dejaron paso a la lluvia; primero intensa y después en forma de aguacero. Entonces, llegó el caos. La vía de cintura fue una de las primeras víctimas. La tromba de agua anegó algunos tramos y muchos conductores decidieron pararse en el arcén. Otros adoptaron idéntica medida porque sus limpia parabrisas no daban abasto y no veían la calzada. A los diez minutos, el colapso era total. Con el cinturón exterior saturado, la circulación en el interior se resintió al momento. La calle General Riera, por ejemplo, quedó bloqueada en ambos sentidos.

Las Avenidas, la arteria más importante, no podía absorber tanto tráfico y también se desbordó. El Camí de Jesús, desde el colegio Luis Vives hasta la rotonda del cementerio, era una larguísima hilera de coches, con conductores que pitaban y realizaban maniobras bruscas para intentar escapar al monumental atasco. En el Paseo Marítimo las cosas no iban mejor y las salidas y accesos estaban bloqueados, con carriles abarrotados de coches.

A la altura del puente de Mar Salada, un punto negro habitual cuando diluvia, el agua alcanzó dos palmos de altura y algunos coches quedaron atrapados. Otro clásico de las inundaciones palmesana, el túnel de Son Oliva, volvió a quedar inundado y los bomberos y la Policía Local tuvieron que rescatar a cinco adultos y tres menores que estaban en el interior de coches y no podían salir, ya que el agua había alcanzado medio metro de altura. Con el diluvio, muchos semáforos dejaron de funcionarios, como el de Andreu Torrens, junto al club militar de Es Fortí.

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La Policía Local no podía atender todas las emergencias y los agentes tuvieron que centrarse en las más urgentes y graves. Todos los agentes disponibles fueron desviados a tareas relacionadas con la lluvia. La tromba duró media hora, pero sus consecuencias se prolongaron durante casi toda la tarde. A las 16.55 horas el centro de emergencias del 112 informó de que se habían recibido 133 incidencias en Mallorca debido al temporal de viento y agua. En total, se registraron 43 inundaciones en locales y plantas bajas, 30 en calles, 11 obstáculos en la calzada, 6 caídas de árboles, tres semáforos fuera de servicio y dos casos de desprendimientos de rocas.

En la calle Aragón, Jacinto Verdaguer, Balmes y la Plaza Güell la situación fue también caótica, con coches atrapados y agua por todas partes. En sa Vileta y Son Roca se formaron auténticos ríos.

En la Plaza Virgen Milagrosa se juntó el agua que bajaba de la calle Sbert con la procedente de la cuesta de la iglesia, y el autobús de Línea número 8 de la EMT tuvo problemas para maniobrar, así como otros vehículos que se encontraron con la cascada. En Son Sardina, el estiercol que se acumulaba en una finca llegó a la calle, cubriendo amplias zonas de excrementos y abono.

En Andratx, Sineu, Marratxí o Calvià se registraron incidentes, aunque de menor importancia que en la capital. A las cuatro y media de la tarde lo peor ya había pasado. Palma se recuperaba de un día de furia.