Aspecto actual de los almacenes del Banc d’Aliments que reciben ahora aportaciones de los restauradores. | Archivo UH

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El cierre de los locales de restauración ha supuesto que muchos empresarios decidan donar los alimentos que no serán consumidos al Banc d’Aliments. Esta entidad reconoce que está viviendo una ola de generosidad en estos tiempos difíciles.

«Gracias a las donaciones hemos incrementado el número de alimentos que repartidos», cuentan desde la entidad, que cuenta como se acercan incluso particulares con su coche, «nos dan pequeñas cantidades pero muchos pocos hacen un mucho».

Ahora Banc d’Aliments está atendiendo a 26.000 usuarios de un centenar de entidades. La situación contrasta con la de principios del año pasado, cuando aún no se había desatado la crisis de la pandemia y estaban atendiendo a 16.000 personas de 67 entidades. El tsunami social es una realidad.

«Damos alimentos a ayuntamientos de la Part Forana y a otras entidades. Felanitx, Valldemossa, Esporles, Inca... Casi se ha duplicado el número de usuarios y la situación es dramática. Tenemos peticiones de comida de particulares, que atenemos, claro, pero nos movemos y coordinados con las entidades beneficiarias», cuentas desde el Banc d’Aliments.

Las cifras que maneja esta organización son titánicas. Llevan a cabo reparto de comida cuatro días a la semana y en cada una de estas jornadas alcanzan las seis toneladas. Es decir, 24 toneladas de comida repartidas.

«El almacén tiene una capacidad de 58 toneladas, más otros 4.000 kilos de alimentos que aún no se han clasificado. Tenemos otro almacén en la carretera vieja de Sineu con otras 40 toneladas. Parece mucho pero es que en dos semanas se liquidan todas las existencias», revelan fuentes del Banc d’Aliments.

La urgencia alimentaria que está viviendo la Isla viene acuciada por un paro en el empleo y muchos autónomos y trabajadores que no están recibiendo ningún ingreso.

Muro

«Gracias a Dios se mantienen las donaciones de esta Navidad. Y además, cuando hacemos compras tan grandes, nos ofrecen precio de mayoristas y las cadenas de alimentación se están portando muy bien con nosotros», señalan. A esto se suma la donación que hicieron las cadenas hoteleras cuando tuvieron que cerrar sus puertas por el fin de la temporada turística y que les pilló con los economatos y las cámaras frigoríficas repletas.

Banc d’Aliments se define como «distribuidores de entidades» y su almacén recibe cada día alimentos de donaciones, además de recibir inyecciones económicas del Govern «la última de 130.000 euros».

Convertidos en un muro de contención del hambre, las continuas donaciones les han llevado a pedir a Acciona espacio para congelados y «al resto de empresas que hacen donaciones, que nos guarden los alimentos hasta que podamos hacer sitio». Y el hueco aparece pronto, ya que la demanda es altísima.

Ahora afrontan la cuesta de febrero. «Será un mes dramático. Mucha gente puede dejar de percibir los ERTE, habrá más parados y mucho menos empleo».