Joan Gallardo, en Palma con su obra, utiliza las redes sociales para ayudar a la gente. | Teresa Ayuga

TW
0

Dejó la Policía Local para ser entrenador personal en un gimnasio. Siempre ha querido ayudar a la gente, pero no fue hasta que llegó a esta segunda profesión cuando descubrió su pasión. Joan Gallardo (Manacor, 1984) fortaleció no solo el físico de sus clientes, sino también su mente. Empezó a leer a grandes filósofos y se adentró en la espiritualidad. Desde hace ocho años se dedica a tiempo completo a ayudar a la gente a encontrar su felicidad. El próximo jueves publica su primera obra Nunca renuncies a ser feliz, donde desgrana los obstáculos que bloquean la paz interior.

¿Qué es la felicidad?
— La felicidad es igual a paz interior, y paz interior es igual a felicidad. Las otras definiciones que desarrollé con el tiempo se caían, pues era muy fácil refutarlas. Tenía que encontrar una descripción que asumiera que una persona feliz pudiera experimentar emociones como la tristeza, la rabia o el enfado. En la introducción, hago una disertación sobre la felicidad, partiendo de unas premisas, y a partir de ahí explico el contenido de la obra y qué es lo que nos puede hacer caer en la infelicidad.

En el libro muestra los obstáculos que nos hacen infelices, como por ejemplo el dinero, el trabajo o el miedo.
— Sí, en base a lo que a mí me ha sucedido pero sobre todo este libro está orientado según mi experiencia como mentor. Todos los clientes que han llegado a mí caían en esos obstáculos y los coloco en orden en esta obra.

¿Por qué coloca la relación con uno mismo como el primer obstáculo?
— Porque este capítulo, además, explica el por qué de que muchas personas que tienen, aparentemente, todo y no son felices. Y esto es porque no tienen resuelta la cuestión interior. De hecho, hay muchos casos así en nuestro imaginario popular, como el cantante Kurt Cobain, que incluso lo llegó a comentar en su carta de suicidio.

Entremezcla experiencias suyas y la de algunos de sus clientes. ¿Pensó en hacer este libro a consecuencia de lo que le iban contando?
— El libro se podría haber hecho sin esas experiencias, pero me pareció un refuerzo genial porque las personas, al fin y al cabo, necesitan sentirse apoyadas con ejemplos. Les reconforta conocer que hay alguien más en su misma situación y que ha habido una solución. Cuando era un crío, siempre me preguntaba si las personas que me contaban cosas eran felices, o si a mi profesor le gustaba su trabajo porque parecía que no. Yo siempre digo que no podría haber escrito un libro sobre felicidad si no fuera feliz y si además no hubiese conocido la infelicidad.

¿Cuál es el pecado que más cometemos?
— La vanidad, que es la falta de humildad y esa autoimportancia que nos damos constantemente. Yo veo ese pecado por todas partes y hace daño. La fórmula para curarnos es con la humildad. Como al final lo que cuentan son las acciones, lo que he encontrado es que éstas acaban pesando mucho. Por otra parte, el autoengaño sería el segundo gran pecado, que es la cantidad de mentiras que nos contamos para sobrellevar nuestra vida.

¿Por qué hace una especie de cierre cuando finaliza cada bloque?
— Quería que se diese por cerrado de un modo casi imperativo, y en cada uno llamo a la esperanza. Sé lo importante que es cómo se cierran los capítulos o termina un libro. El final de mi libro en sí es fundamental.