Varios cargos de Més en la asamblea celebrada de urgencia en Algaida.  | Teresa Ayuga

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Al final resultó que solo siete militantes de Més estaban de acuerdo en salir del gobierno del Consell de Mallorca y dejar a Catalina Cladera en minoría en la institución. Sietes personas. Siete militantes que parecían 7.000 en las redes sociales. En realidad, la crisis en el Consell era un espejismo de Twitter, donde la periferia de la izquierda soberanista y ecologista que perimetra a Més se había desplegado con intensidad para presionar a favor de la salida del gobierno insular.Més ha estado sobreactuado en esta crisis. Es probable que la militancia menos cercana a la dirección ni siquiera haya tenido claro cuál era el motivo de las discrepancias, si la soberbia del PSIB, la concesión  de una subvención encubierta al Mallorca, el nombre del estadio o el rechazo a la masificación turística.

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Parece excesivo romper un acuerdo de gobierno a siete meses de las elecciones por discrepancias en la fórmula jurídica que quiere emplear el PSIB para conceder una ayuda económica. Los militantes de Més podrían llegar a entender una salida por un asunto capital para la formación, pero este patrocinio lo era en absoluto. Así que, una vez al borde del abismo, la asamblea de Més le ha dicho a Lluís Apesteguia –al que le dio el poder en las primarias y luego en un congreso– que ojo con las ínfulas rupturistas, no vaya a ser que el ganador de esta historia vaya a terminar siendo el PP. Y atención a cómo queda en esta historia el candidato al Consell, Jaume Alzamora, tocado al ponerse al frente una batalla que ya se daba por perdida de antemano.

Hay ocasiones en política en la que menos es más. A  Més le ha sobrado indignación externa, de modo que la asamblea terminó adquiriendo tono de sainete. «La asamblea del ridículo», la definió uno de sus cargos, a pesar de que en la formación aseguran que hay sobrados motivos para estar molestos con Cladera, de quien los ecosoberanistas censuran que no tenga ni la empatía ni la mano izquierda que sí reconocen a Francina Armengol. En el Consell se detecta un gran malestar de Més con Cladera, algo que no se percibe en el Govern con Armengol. De haberse producido la ruptura, el Consell podría haber sido el laboratorio de pruebas para una idea que parece rondar por la cabeza de Apesteguia desde que ganó: el apoyo externo de Més a un gobierno de PSIB y Podemos en caso de que los diputados sumen. Eso sí, con el coste de dejar a decenas de cargos sin sueldo público. En caso de ruptura en el Consell, habría sido interesante ver la reacción en otras instituciones. ¿Echaría Armengol del Govern a sus socios de Més por ser desleales en el Consell con Catalina Cladera? Seguro que no.