Aquella Nochebuena en el palacete de Matas | Joan Torres

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El comandante de la Guardia Civil Bartolomé del Amor fue toda una leyenda en la Guardia Civil, donde llegó a dirigir la Policía Judicial en la época de las grandes operaciones anticorrupción. Ahora, en declaraciones para este periódico, loa la figura del jurista Rafael Perera y relata el curioso episodio que vivió con el letrado en el célebre registro del palacete del expresident Jaume Matas en la Nochebuena de 2009.

«El brigada Kiko había recibido una confidencia de una persona próxima a Matas que decía que allí había, en una habitación, un hueco oculto para una caja fuerte. El juez Castro, el fiscal Horrach, mis guardias civiles y yo nos decidimos a confirmarlo y fuimos para allá, con una orden de registro», rememora el mando, que ya está jubilado. El problema fue que era Nochebuena: «Era poco antes de la cena y todos llevábamos en los coches marisco, turrones y productos navideños. Las familias esperaban en casa. Era todo como en una película de Berlanga», añade. Matas estaba fuera, en Madrid, pero su abogado, Rafael Perera, se encargó de abrirles las puertas del palacete: «Don Rafael era un señor, un auténtico caballero y se lo tomó muy bien, a pasar de que le habíamos arruinado la Nochebuena, bueno, la nuestra también».

La inspección avanzaba lentamente y al poco tiempo empezaron a llegar periodistas a la calle: «Me asomé y vi que estaba Ultima Hora y otros medios. Pepe Castro, que es un cachondo, le dijo a don Rafael que estaría bien que saliera a saludar al balcón y el abogado, que siempre era exquisito, así lo hizo. Parecía el Papa en el balcón del Vaticano. Fue un momento histórico; de hecho, tenéis la foto de don Rafael en el balcón, abriendo los brazos como diciendo: «Esto es lo que hay; me han sacrificado en una noche tan especial». Y siempre con su sonrisa en los labios, era una persona entrañable». A medida que pasaban los minutos, la comisión judicial se alejaba cada vez más de encontrar la supuesta caja fuerte, pero el clima en el interior del palacete seguía siendo espléndido: «Nos contagiamos todos de aquel espíritu.

Fue una Nochebuena única y todos lo sabíamos. Hasta don Rafael, que debía esperar que acabara el trámite. No ha vuelto a ocurrir algo así en ningún caso de corrupción. Hacer un registro tan sonado en la noche del 24 de diciembre pasará a la historia», apunta. A las 23.00 horas acabó todo: «Cuando pudimos cenar, era ya el día 25», bromea Del Amor.