Cada vez más se tiende a traducir el Born de Palma como Borne, cuando esta segunda opción no tiene nada que ver con el significado en catalán, que se refiere al recinto que en la Edad Media se usaba para jugar torneos de caballeros. | Jaume Morey

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Algunos hoteles, carteles en bares de la zona e incluso una autoescuela utilizan la palabra Paguera, en vez de Peguera, con ‘e’, que es el topónimo genuino de la posesión que da nombre al núcleo turístico calvianer. Esta variación castellanizada cada vez se impone más en el uso social cuotidiano, como pasa con otros topónimos de Balears. Sin embargo, estos cambios no se dan exclusivamente por la influencia del castellano, o, más recientemente, del inglés y el alemán, sobre el catalán, pues operan otros factores que moldean los nombres locales. La manera de pronunciar, o los intereses económicos, también tienen mucho que ver en este proceso.

«Responde a un consenso social y político que se impone en un momento dado y que va cambiando, porque el contexto siempre es diferente en cada época», afirma el geógrafo y autor del blog toponimiamallorca.net, Miquel Àngel Escanelles. «Ahora, por ejemplo, como los extranjeros han comprado media Mallorca, han bautizado sus fincas y casas con nombres en su idioma, desplazando otros históricos; es algo que se tendrá que estudiar con detalle», propone.

El caso de Peguera se debe a una sustitución de la palabra por otra adaptada al castellano, puesto que Paguera, con ‘a’, no significa nada en esta lengua. Escanelles recuerda que el origen etimológico de este nombre proviene de ‘pega’, es decir, la sustancia que se obtenía con la resina de pino y que era usada, entre otras cosas, para la construcción de embarcaciones. Existe, además, un pueblo catalán abandonado llamado Peguera, a unos 1.600 metros de altura, en la comarca del Berguedà. En una mola rocosa detrás de las casas hay restos de un castillo que datan del siglo XI. Un valle y unas montañas de la zona llevan el mismo nombre de la aldea, donde curiosamente nació el conocido anarcosindicalista de la CNT y maquis Ramon Vila Capdevila ’Caracremada’.

Otra castellanización cada vez más común es la de traducir el Born de Palma como Borne. En catalán hace referencia al recinto en donde en la Edad Media se celebraban torneos entre caballeros, pero en castellano alude a una pieza metálica en forma de botón que sirve para comunicar un aparato eléctrico o una máquina con un hilo de la corriente eléctrica. La cuestión sobre cómo se pronuncian en Mallorca según qué palabras también genera dudas sobre cuál es la forma más adecuada para denominar algunos topónimos genuinos. Es el caso de Alcanada, en Alcúdia, puesto que al hablar se dice Aucanada. Lo mismo ocurre con Binibèquer Vell, que da nombre al turistificado pueblo blanco de Menorca, que es más común verlo escrito en Internet como Binibeca, tal y como se pronuncia.

La creación de nombres propios a partir de palabras en catalán también es algo común, como pasó con el hotel Maricel, en Calvià, que proviene de las palabras catalanas mar y cel. Sin embargo, al pronunciar esta palabra, la mayoría lo hace como si fuera castellana. Lo mismo ocurre con Marivent, compuesta por las palabras mar y vent. El caso de Ibiza o Eivissa, que es el topónimo genuino y oficial, responde intereses económicos. «Es una marca internacional a la que nadie quiere renunciar», concluye Escanelles.