A la izquierda, el geólogo Pedro Robledo; a la derecha, casas colapsadas en el Alto Atlas tras el terremoto en Marruecos. | Teresa Ayuga

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Hace solo una semana, las páginas de este periódico se volcaban en dar cobertura a la catástrofe ocurrida el pasado viernes en el suroeste de Marruecos. La cifra de fallecidos, una semana después, roza ya los tres mil, aunque no se descarta que siga aumentando, pues las autoridades marroquíes llevan días sin actualizar los datos. Las dramáticas consecuencias del seísmo han aumentado la preocupación acerca de la actividad sísmica, sobre todo, teniendo en cuenta que hace apenas seis meses otro terremoto de gran intensidad provocó la muerte de 51.080 personas en Turquía y Siria. A raíz de los últimos acontecimientos, Pedro Robledo (Palma, 1974), responsable en Mallorca del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) explica los motivos de los enormes daños provocados por el terremoto y analiza la actividad sísmica del planeta y los posibles riesgos a los que se enfrenta la sociedad en su conjunto y la mallorquina en particular.

En febrero de este año Turquía sufrió un terremoto que se cobró la vida de 51.080 personas; medio año después, otro terremoto, de siete grados, ha provocado la muerte de casi tres mil personas en Marruecos ¿Es normal esta actividad sísmica?
Es totalmente normal, porque el planeta está en constante movimiento. Lo que es menos habitual es que la actividad sísmica provoque tantos fallecidos o catástrofes tan grandes como la de Turquía o Marruecos. Si miramos el registro de terremotos de los últimos diez días, veremos que en el mundo ha habido cientos de terremotos. En Japón, por ejemplo, hay una media de entre cuatro y cinco sismos diarios. Lo que pasa es que no ocasionan desastres.

Entonces, ¿qué explica estas dos catástrofes con tantos fallecidos?
Lo explican científicamente la escala de intensidad. La de Richter es una escala de magnitud. Mide la fuerza del temblor. La escala de Mercano mide la intensidad; calcula la afección sobre las infraestructuras y las personas que ha tenido el terremoto, es decir, los desastres. Un terremoto de siete grados en la escala Richter puede pasar casi desapercibido en Japón y provocar lo que ha provocado en el suroeste de Marruecos. Los desastres son absolutamente distintos. Hemos tenido estas cifras de fallecidos porque los terremotos se han producido en zonas habitadas e infradesarrolladas, con edificios que no están preparados. En el suroeste de Marruecos, las casas están construidas de adobe, muy poco resistente y que sepulta cuando colapsa a quienes haya dentro.

¿Qué factores explican la elevada cifra de muertos en Marruecos?
Lo primero es que la magnitud del seísmo, lo que mide la energía que libera el movimiento de una falla, ha sido importante, de siete sobre diez. Un segundo factor es que se produjo a una profundidad relativamente escasa, a ocho kilómetros de la superficie (algunos pueden darse a decenas o incluso centenares de kilómetros de profundidad). Además, el epicentro se ha dado en una zona muy habitada y en un momento en que las personas estaban en interiores, ya sea en locales o durmiendo en sus casas. [El sismo se produjo a las 23h hora local] Cualquier objeto que cae puede dañar seriamente a la persona.

¿Se pueden prever los grandes terremotos? Ya se comentó cuando ocurrió la catástrofe de Turquía que algunos expertos habían avisado días antes del posible riesgo...
Existen ya métodos de precisión muy avanzados, aunque, en general, los desastres naturales son muy difíciles de prever. Por lo general, con los sistemas actuales, como mucho, se pueden prever con muy pocas horas de antelación, en el mejor de los casos. La ciencia sigue avanzando y se están estudiando métodos alternativos. Por ejemplo, en Estados Unidos, cerca de la famosa Falla de San Andrés, tienen una granja de sapos con los que están trabajando. Estos animales tienen una peculiaridad, y es que son capaces de detectar unas descargas eléctricas que se generan en la tierra y que atraviesan los materiales geológicos a una velocidad tan rápida que llegan mucho antes de que se produzca el terremoto. Cuando notan estas descargas, los sapos se dejan de aparear con horas o incluso más de un día de antelación.

Si no se puede prever, o con escasa anticipación, un terremoto, ¿cómo hay que prepararse para evitar en mayor medida los desastres?
Por un lado, hay que elaborar infraestructuras que sean capaces de soportar magnitudes de seísmos importantes y apostar por la investigación científica para avanzar en la predicción. Pero también es muy importante educar a la población para que sepa cómo actuar en estos casos y evitar, así, fallecimientos y daños personales. En Japón, que es un referente mundial en este campo, se dan cursos de formación en las escuelas. En Turquía o en el norte de África esto no ocurre. También hay que ser conscientes de que convivimos en muchos territorios con un riesgo asociado, ya sean terremotos, volcanes, tifones... Por muchas causas, la sociedad se instala en sitios peligrosos. O entendemos cómo es el riesgo y nos adaptamos, o la catástrofe, cuando ocurra, se lo lleva todo por delante.

¿En Mallorca podemos sufrir un terremoto como el de la pasada semana en el sur de Marruecos?
Las probabilidades son muy bajas, pero por poder, puede ocurrir. En comparación con otras regiones del planeta, o incluso, con otras ciudades más cercanas de España, Baleares es una zona de muy baja sismicidad. Nosotros estamos en una zona de confort, y eso hay que decirlo.