Abderrahim Quadrassi junto a las autoridades. | Angie Ramón

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El terreno es cada vez más árido. Hay un colegio repleto de niños en la única, y desértica, carretera hacia las regiones montañosas del alto Atlas de Marruecos. Esperan varios autobuses, pero se aproximan corriendo al minibús donde viaja un grupo mallorquín de la Fundación EuroÁfrica y miembros de la asociación marroquí Kolna Maak. Desde las ventanas, piden a gritos caramelos.

Esta es, sin duda, la única imagen de masas. El resto es silencio. Nadie pisa las aldeas remotas, algunas de ellas sin prácticamente habitantes desde el paso del terremoto de escala 6.8 que se ha llevado por delante las vidas de miles de personas de estos pueblos recónditos. Un equipo de Ultima Hora ha volado hasta Fez con la Fundación mallorquina para entregar 150 tiendas de madera, material de construcción así como ropa de abrigo y más complementos para abastecer a unas 700 afectados de once aldeas. Dos camiones repletos de madera tallada, clavos y plástico impermeable salen a la vez desde la provincia de Taroudant.

Las víctimas son familias localizadas por Kolna Maak, entidad marroquí que nació en 2019 para investigar el problema de la inmigración bereber en situación de riesgo en las ciudades principales del Reino. Ayudan a su integración e inclusión, y realizan numerosas campañas de sensibilización en las zonas montañosas. Abderrahim Ourass es la cara visible de la Fundación; Anass y Ahmed son los mallorquines que afrontan por delante 540 km hasta llegar al primer destino, Jorf, una de las aldeas más afectadas y base principal para depositar las maderas y herramientas.

Ahmed monta una tienda.

En este punto se montarán 100 tiendas, que la misma población están construyendo desde ayer con la ayuda de los voluntarios de ambas entidades. Otras 30 tiendas se entregarán en Mhara, a 12 km de este terreno, y las 20 restantes en Arazan, a 18 km. Cheikh Mhnad es el gobernador de 42 aldeas remotas del alto Atlas y asegura que «todas las áreas están afectadas por el terremoto, y la mayoría de habitantes han perdido sus casas». Las estadísticas oficiales contabilizan más de 6.800 damnificados.

«Hemos estado dos semanas esperando a actuar en esta causa. Queríamos asegurarnos de llegar con las donaciones a sitios donde antes no hubiera llegado la ayuda humanitaria», apunta la presidenta de la asociación Kolna Maak, Nissrine Laouzi. Toda la población es bereber, sin estudios y dedicada, principalmente, a la ganadería. Como señala Laouzi, «están aislados del mundo.

El 90 % de esta población no sabe árabe, por eso contamos con traductores, y casi el 80 % sufre sequía». Durante este fin de semana, la entidad local y la Fundación EuroÁfrica recogen en vehículos a varias personas de las aldeas Mahra y Arazan y las trasladan por unas horas a Jorf para que aprendan a montar una tienda y puedan replicar los mismos pasos en sus poblados. Cada caseta de madera está cubierta por un toldo azul. En total, están pensadas para acoger a seis personas. Dentro de la tienda, las familias contarán con una caja de alimentos por valor de 70 euros, dos o tres mantas y 7 kilos de ropa de abrigo.

El Gobierno marroquí no facilita la llegada de personas independientes a aldeas tan lejanas. Autorizan a las Ongs i entidades locales. Porque el camino, esta zona, cada vez empieza a ponerse más peligroso. Y se pondrá aún más, vaticinan. Es por ello que existe una fuerte colaboración entre entidades marroquíes y extranjeras. Sin duda, lo que nunca hubiera imaginado Kolna Maak es instar a las autoridades a pavimentar la carretera antes de este fin de semana. Lo consiguieron. En total, 10 horas de coche para traer a las montañas una marea solidaria. Parte de ella llega desde Mallorca.