Miquel Àngel Salvà.

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No es médico, tampoco enfermero. Ni siquiera tiene relación con el mundo sanitario. Miquel Àngel Salvà, de 48 años, es un reputado empresario de Mallorca, con dos empresas consolidadas y que asume la vicepresidencia de PIMEM-Comerç desde 2022. Pero lo que nadie sabe es que es los ojos, las manos y la mente táctica del equipo de especialistas de la Fundación SOM (Sanitaris Oberts al Món), que el pasado viernes viajaron a Gambia con un proyecto solidario para curar y operar a la población más grave en la ciudad de Sanyang, en la costa oeste del país.

Miquel Àngel es, para muchos, el primo. Su mote cariñoso no resta valor a su vena voluntaria. Asegura sentir el apoyo de muchos compañeros del gremio y afirma que «los empresarios mallorquines son más voluntarios de lo que nos imaginamos. Lo que pasa es que no se visibiliza». La relación de Salvà con la causa humanitaria llegó a raíz de una enfermedad oncológica que paralizó su mundo. Esto sucedió en 2019. Una vez curado, su primo, el enfermero Pep Ribas, le habló de la Fundación SOM. «Si me llegas a preguntar si hubiese ido a Gambia hace 10 años, ni lo pensaba. Era la persona más hipocondríaca; pero hoy no lo dudo. Esta es mi segunda expedición con ellos y todavía recuerdo historias que me impactaron la primera vez que fui», menciona.

«Recuerdo a una mujer, de unos 40 años, que vino caminando hasta el centro donde estamos nosotros. Llegó con mucho dolor de pecho. Resultó que era un cáncer de mama muy avanzado. Me acuerdo de sus caras. Su primer rosotro era de dolor y sufrimiento. Una vez operada, su segunda cara fue de felicidad. Me dijo: ‘estoy feliz de que estéis aquí’, mientras comía un bocata. Y su tercer rostro fue triste porque ya regresábamos a Mallorca».

Miquel Àngel Salvà todavía tiene recuerdos del olor de goma quemada, visualiza a los niños, descalzos, jugando a fútbol en las calles vacías y un ambiente tan desolador en el que, a pesar de lo que parezca, «la población vive en plena felicidad». «Si tuviera que resumir lo que es para mí el voluntariado, diría que lo más bonito es dar a los demás, y no tanto recibir. Los seres humanos pensamos primero en nosotros. Luego en nosotros y, finalmente, en nosotros. Tendríamos que empezar, todos, a fijarnos en los demás», reflexiona. «¿Qué se pierde por ayudar? Nada. Gano a nivel personal», asegura aeste empresario.