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Es imposible no acordarse del sainete que regalaron en su día Podemos y Xelo Huertas a la vista del sainete ofrecido este lunes por Vox, pero entre lo de ayer y lo de hace ocho años parece haber una diferencia que viene marcada por la respuesta a la gran pregunta de este análisis. El PSIB y Francina Armengol no estaban entonces en el complot contra Huertas, pero ¿y si el PP de Marga Prohens sí sabía qué iban a hacer los diputados amotinados? En Vox creen que sí,    que lo sabía, y hay algunos elementos que empujan en esa dirección. Uno de ellos es que todo apunta a que el PP no aprovechará esta crisis para hacerse con la Presidència del Parlament, algo que ahora mismo está en su mano, sino que apoyará a la candidata Idoia Ribas, todavía miembro de Vox, pero en breve diputada tránsfuga de Vox. Otro elemento es que no puede descartarse que el PP lo supiera, a la vista de algunas declaraciones de los diputados díscolos en las últimas semanas, mucho más contemporizadores y complacientes con la presidenta y con el PP, como ese significativo anuncio de tregua lingüística de la que ayer informaba este diario.

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La decisión de los diputados rebeldes supone una voladura de esta legislatura. Puede ser controlada si detrás de la decisión de este lunes hay un acuerdo para seguir gobernando durante estos cuatro años con los 30 diputados que suman ‘populares’ y disidentes. Todo ha cambiado de repente. Prohens puede mejorar su situación, al menos    temporalmente, porque se quita de la ecuación a Santiago Abascal y en lugar de negociar con unos diputados de Vox aquí y con otros en Madrid solo tendrá que hablar con los de aquí. Ya dijo Ladi Di aquello de que tres son multitud. También es cierto que parece arriesgado fiarse de quien ha demostrado que es capaz de hacer volar en cualquier momento el cinturón explosivo en una operación suicida.

Otra gran pregunta de esta crisis es cómo se ha llegado a este punto y para responder hay que irse hasta al momento en que Jorge Campos fue sustituido por Patricia de las Heras. A partir de entonces comienza un proceso de progresivo alejamiento de quienes habían controlado Vox, los actuales diputados, y quienes pasaron a controlarlo desde entonces. La cima llegó con la negociación del pacto con el PP y con la decisión de Madrid de que nadie de Balears entrara en el Govern de Marga Prohens. Vox no entró en el equipo de la presidenta porque Santiago Abascal no se fiaba de los suyos y prefirió no darles más poder del que ya tenían como diputados. A partir de ahí comenzó la lucha por el control del grupo parlamentario, cada vez con más intentos de Madrid de dirigir lo que se hacía en el Parlament y de poner en aprietos constantes a Prohens. En esa guerra total contra Abascal, los rebeldes han elegido salvar a Prohens. Hasta cuándo es la tercera pregunta de este análisis.