Una calle de la Colònia de Sant Jordi nos ha servido como un escenario ideal para relacionar el siempre diferenciador estilo Abarth con una casa mallorquina tradicional.

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Abarth se dedicó al principio a producir carrocerías para algunos chasis Ferrari, en la época en que Ferrari únicamente suministraba el chasis, así como el motor y transmisión del coche, y compañías como la del escorpión suministraban la carrocería. Abarth fue vendida a Fiat Group en 1971 y se convirtió en la sección de competición de Fiat. En la época en que SEAT formó parte del grupo Fiat, se compartieron algunas preparaciones tipo kit con algunos modelos, entre los que destacaron los SEAT 600 Abarth, o el Fura Crono Abarth. Después, el nombre fue olvidado durante la última década del siglo XX y en 2007 Fiat Group Automobiles relanzó la marca con el Grande Punto Abarth.

El vehículo que hoy nos ocupa, el Abarth 595, es un automóvil deportivo del segmento A comercializado desde 2008 por el fabricante italiano Abarth sobre la base del Fiat 500. Se trata de un modelo de lo más exclusivo, muy personalizable, que nos ha parecido del todo emocional. Es como tener un pequeño deportivo en el garaje para poderlo disfrutar siempre que tengamos ganas de sentir emociones fuertes.

ESTÉTICA

Estéticamente se caracteriza por disponer de una parte delantera con un faldón muy pronunciado que le da una gran personalidad, aunque a priori su diseño delantero no sea muy propio de vehículos deportivos. En la parte inferior se encuentran los faros antiniebla de dimensiones reducidas. La parte posterior tiene un aspecto más deportivo gracias al hecho de contar con un parachoques voluminoso, con un difusor interesante, una doble salida de escape muy deportiva y un alerón que sobresale en la parte superior.

Todo el conjunto se acaba de completar con unas llantas que cuentan con el necesario escorpión, emblema de la marca.

PROPULSOR

La gama Abarth 595 está compuesta de tres acabados diferentes, todos con la misma cilindrada, pero con potencias distintas. El que abre la gama es el 595 (a secas) de 145 CV de potencia; el siguiente es el que hemos probado nosotros, el 595 Turismo, con 165 Cv de potencia, y por último está el más potente de la gama, el 595 Competizione, el más radical de todos, con 180 CV de potencia máxima.

El que hoy nos ocupa, el de 165 CV, cuenta con unas prestaciones de puro nervio (gracias al turbo), aunque también puede ser usado sin problemas como un utilitario con consumo reducido. Esto es por el hecho de disponer de dos configuraciones de motor, una normal y otra Sport, y eso se consigue simplemente pulsando un botón de la consola central.

La velocidad máxima de este modelo es de 218 Km/h, que es mucho para un vehículo de sus dimensiones y peso, pero que la aguanta sin problema. Donde se ve la fuerza de este propulsor es en la aceleración, ya que sólo tarda 7,3 segundos para ponerse de 0 a 100 Km/h. En las recuperaciones también cumple a la perfección, aunque cuente sólo con un cambio de cinco velocidades y no de seis.

El consumo varía mucho según el tipo de conducción que llevemos, porque se pueden conseguir poco más de los 6 litros que anuncia la marca o pasar los 10 tranquilamente si queremos una conducción agresiva a tope.

En carretera se comporta de forma muy firme incluso en curva, lo cual lo consigue gracias a unas suspensiones duras, que perjudican la comodidad de los ocupantes de las plazas traseras, aunque no demasiado.

El interior se caracteriza por disponer de más bien poco espacio, pero dos personas no excesivamente altas pueden viajar perfectamente con el espacio suficiente para las piernas.

La modernidad es uno de sus grandes argumentos, con un marcador totalmente digital, que cambia según el modo de conducción que llevemos.